Una frase imbécil

“¡Hay intereses, no enemigos!”

Nuestra presidenta lo dijo una y otra vez, no se sonrojó en su discurso del día miércoles en cadena nacional.

“Hoy nos peleamos y mañana nos amigamos”, ¡las luchas por intereses son así!

Por supuesto que hablar de enemigos y enemigas ¡no!

La señora presidenta es coherente con su clase. En la puja interiimperialista por intereses, lo determinante es la ganancia, por lo tanto es muy” razonable” para ella tener en vilo a los pueblos del mundo con guerras en donde mueren millones y por años y solo por intereses que mañana se ”amigarán” por otros intereses y a la vez desatarán nuevas guerras con viejos “amigos”.

Nosotros vemos las cosas de otra manera señora presidenta, las sociedades humanas jamás estuvieron divididas por intereses personales, en todo caso estuvieron y están divididas por intereses de clases.

Usted habla de lucha de intereses entre las clases poseedoras, nosotros hablamos de luchas de clases entre las poseedoras y desposeídas de los medios de producción, entre burguesía y clase obrera, y allí ¡sí! señora presidente hay enemigos con intereses enfrentados, no hay conciliación posible a lo que la burguesía propone como conciliación de clases.

O es la burguesía monopolista concentrada a la cual usted bien representa o es la clase obrera y el pueblo que lucha por su liberación.

No busque conciliación amparada en un Estado de las minorías.  No niegue a la clase obrera y al pueblo cuando dice que no hay enemigos sino intereses.

 “A confesión de partes relevo de pruebas”,

Esto es lo que genera corrupción estructural, los intereses por la ganancia y no por la sociedad humana, no importa lo que pase, igual si mañana los intereses nos vuelven a encontrar “olvidamos todo”.

¡Usted piensa así y actúa así!

Se vende al mejor postor y ese mejor postor han sido los bancos, las automotrices, las petroleras, las mineras, etc. En una palabra: los monopolios.

Ha habido mucha sangre derramada para amigarnos con esos intereses de unos pocos, de una minoría explotadora y opresora, por el contrario, las dos clases en pugna ¡no! concilian, son enemigas irreconciliables y usted lo sabe.

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