No es ningún secreto que nuestro pueblo ya no confía en las instituciones, no cree que este sistema nos vaya a brindar las soluciones a los males que nos aquejan. Muy por el contrario, nuestro pueblo tiene claro que estamos así por culpa de los que han tenido en sus manos el poder en los últimos más de 100 años. De ahí que la toma de conciencia, es decir, la experiencia, de que las instituciones son en realidad un mecanismo de dominación y no de organización en el rumbo y resolución de la vida y el progreso de los argentinos, ha llegado a tal punto que el surgimiento de la autoconvocatoria y la democracia directa se haya constituido en una práctica en donde las masas encuentran confiabilidad y seguridad de que su lucha no será traicionada y/o manipulada.
Hoy, el orden industrial impuesto por el capitalismo atraviesa toda la sociedad, la condiciona y la acomoda a dicha base material. Esto explica en parte por qué en sectores del pueblo, proletarios y no proletarios, la democracia directa tiene su peso y, por ende, van surgiendo vanguardias en el pueblo que abarcan los más diversos sectores. Estas prácticas e inquietudes van desde los problemas sectoriales, ambientalistas, por problemas de “inseguridad” hasta culturales y deportivos; sobre todo en su mayoría son jóvenes que ven cómo se les han cerrado a sus padres, y a ellos mismos, todas las puertas en el marco de las instituciones burguesas.
La lucha de clases es el motor de la historia, y ésta se agudiza cada vez más en estos tiempos. La hora así lo demanda, y las últimas experiencias de lucha lo reafirman. Ya sea los petroleros, los aceiteros, los trabajadores de las acerías; y un sinnúmero de luchas autoconvocadas que transcurrieron en los últimos años, transcurren en el país actualmente. Ahí se está gestando el movimiento revolucionario.
La burguesía monopolista se vanagloria que con el gobierno de los Kirchner los jóvenes “volvieron a la política”. Extraordinario, que sigan haciendo esa lectura, porque cuanto más se equivoquen en el diagnóstico, más contundente será la caída. Nada más superficial e inexacto que eso. Este pueblo tiene historia y su demanda de una salida de fondo viene forjando una amplísima vanguardia con profundas inquietudes revolucionarias. No importa que puedan aparecer “atomizadas” por ahora, porque a pesar de ello igual se va haciendo la experiencia. El desencanto de prácticas retrógradas nos moviliza a ser creadores, talentosos y ricos en protagonismo donde nos vamos fogueando.
No es que hay miles de organizaciones obreras y del pueblo, disímiles. Todas tienen un común denominador, que son las aspiraciones de cambio por fuera de la ganancia, con democracia directa y netamente anti sistema. Ése es el movimiento revolucionario que está en danza, por el cual nuestro Partido hace y hará todo el esfuerzo, con una política que aporte a que confluyan, a través de la lucha, en un solo torrente para la toma del poder.