Inmerso en una crisis galopante, el capitalismo es caos, especulación, trampa y explotación en todas sus variantes. Nuestras retinas retienen a diario imágenes del horror que vive el pueblo, consecuencia de tanta inhumanidad, que sigue costando vidas y más vidas sin ningún sentido.
Ya sabemos que siempre tratarán de descargar sobre nuestras espaldas los “ajustes” que necesiten para sostener sus ganancias, y que frente a los problemas que padecemos -de los cuales la burguesía es la responsable– lo primero que hacen es mirar para otro lado. Cualquier cosa les viene bien, siempre que les sirva para tratar de ocultar que esto no es otra cosa que capitalismo en estado “puro”, y que la base de sus ganancias sale de la sangre de los obreros y los pueblos oprimidos.
Los planes políticos del gobierno de los monopolios (de éste y del que pueda venir) apuntan siempre a profundizar el capitalismo. Achatar los salarios con la inflación y la suba de impuestos y precios; incrementando el trabajo tercerizado y en negro para explotar aún más a los trabajadores, y como herramienta de chantaje utilizan la amenaza de los despidos y “la crisis”. Mientras dicen esto, en muchas ramas productivas, planifican aumentar la producción; toda una paradoja.
“Estos tipos no te dan tregua”, se escuchó decir a alguien con voz de bronca mientras que revoleaba un diario que en su portada mostraban las fotos de los candidatos, “se creen que con las urnas van a esconder los aumentos que nos tiran por la cabeza”, “así no podemos seguir viviendo, la plata alcanza cada vez para menos”. Esta es una de las tantas expresiones del estado de ánimo de nuestro pueblo, que ya conoce la verdadera cara “del modelo”.
Ellos nunca van ha hablar de las cosas que al pueblo preocupa, porque temen profundizar una ira que está alerta y expectante ante cualquier medida que pretendan meternos la mano en el bolsillo.
Pero por más que mientan está clarísimo que las empresas aumentan todo, todo el tiempo. El costo de los servicios va a aumentar en todos los casos en los que se reduzcan los subsidios, porque esa es la única lógica que vale en este sistema: lo que no te esquilmo a través de las prebendas del Estado, te lo saco de forma directa con las boletas o los precios. Y se acabó; no hay que buscarle ninguna otra explicación.
Esta es la situación que les preocupa y que no encuentran la manera de enfriarla. Porque la lucha de clases lejos de distenderse, cada día se tensa más. Nuestro pueblo no está dispuesto a darles tregua, y como se la ve venir, está alerta y dispuesto a dar batalla y no dejarse estafar con más discursos.
El objetivo de la burguesía es obtener mayores y mejores ganancias, y para lograrlo deben achatar los salarios cada día. Todo se planifica en torno a ello. Pero no pueden, por eso dan tantas vueltas; ya que también son conscientes de que si tiran mucho de la cuerda ésta se puede terminar cortando, y saben que no tienen la fortaleza política para sostener una respuesta de nuestra clase obrera y el pueblo.
Y con esa base de dudas, se expresa su debilidad, y ante la necesidad de llevar adelante sus planes, chantajean con el fantasma de la crisis y los despidos, pero se aumenta la producción con el mismo plantel de trabajadores, superexplotándonos.
Todo lo demás que se pueda decir son versos que no apuntan a la esencia del problema, sino más bien a esconderlo. Pero cada intento es rechazado, la bronca está a flor de piel y el estado de alerta se percibe en el aire. Los trabajadores queremos vivir mejor.
Por eso, la burguesía no está tranquila, porque en la amplia mayoría de los centros laborales, sobre todo en la gran industria, el aire que respiran es muy denso y ya se visualiza la profundización de la confrontación.
En dicho contexto es que se abren inmejorables condiciones a nuestra clase obrera para dar pasos enérgicos, audaces y decisivos en la lucha y en la organización independiente; sobre la base de la unidad y la consolidación de un verdadero movimiento obrero revolucionario.