Desde muy chiquitos nos decían que haciendo un pozo muy grande y profundo llegábamos a China.
Era muy linda esa ilusión. Esa historia de travesías perduraba años.
De mayores deslizábamos cuentos de adultos sobre el tema. Tan solo fantasías.
Pero la vida nos puso en caja, la globalización rompió todo romanticismo y ya la China del “gran pozo» la misteriosa “se transformó en un país “comprensible”, sin curiosidades ni secretos relevantes.
La China capitalista reprodujo los males del sistema, los multiplicó varias veces, hablar de China es la mercancía presentada en su máxima expresión en la época imperialista, en el dominio planetario de la oligarquía financiera sin fronteras. De un proletariado bien extendido.
El “milagro” Chino en la argentina es ya sin ese “pozo de ilusiones» allá y aquí nos encuentra “la verdadera realidad”.
Obreros de Acindar, choferes de la línea del 60, trabajadores del Tanino, antes los aceiteros, recorriendo los caminos que recorren los proletarios de China. Todo en simultáneo. Decenas de miles en huelga, fábricas de zapatos y zapatillas desafiando el Estado capitalista, el salario alcanzado no es ya el que pretende el capital monopolista, la lucha de clases aparece sin “milagro” se entrelaza atravesando montañas, mares, cielos y fronteras. El proletariado Chino viene empujando y sacude las estructuras capitalistas en todo el planeta. China, sus proletarios, el “taller del mundo” se rebela, los obreros de la principal fábrica de zapatillas del mundo viene de años imponiendo nuevas condiciones, pero las logradas en estos días, después de varios enfrentamientos, entre ellos, tres huelgas en once días, lograron dar pasos importantes en las libertades políticas.
El capitalismo en su crisis estructural, enmarañada de enfrentamientos por la ganancia nos ha creado una nueva ilusión China, esta vez sin comillas… No es para menos. Proletarios de allá y de aquí nos vamos hermanando en la lucha de clases, pero sin milagros ni pozos ridículamente ilusorios.
No se trata de hablar solamente de globalización, aparece en el horizonte aún con tenue brisa, el internacionalismo proletario el que muchos habían enterrado definitivamente. Un internacionalismo basado en una fuerza material y que se expresa cuando aparece una mercancía producida por obreros de diferentes partes del planeta, obreros unidos en una socialización en la producción capitalista como nunca antes alcanzada, una etapa en donde ingentes masas de trabajadores están pugnando por mejorar sus condiciones de vida en muchos casos y en otros preocupados por cambiar el rumbo de la historia. Ese internacionalismo está pesando a pesar que aún no se expresa en fuerzas políticas alternativas, pero sí se expresa en la lucha de las clases y por infinitos caminos comunes. Los pueblos como el nuestro y el Chino, tenemos muchas cosas en común, ya no es un fantástico viaje por un “pozo” que nos acercaría a las secretas bondades de una “imprevista” sociedad, nos encontramos en el dolor que nos causa el sistema globalizado y nos encontramos cuando al unísono replicamos con luchas proletarias empujando la historia hacia adelante.