Las promesas se hacen agua

Las promesas se hacen agua.  Las soluciones no están presentes en la campaña electoral, porque  no estuvieron materialmente presentes  nunca y no lo estarán.  ¿Es la naturaleza de la Corriente del Niño el que les juega una mala pasada? ¿O es la naturaleza del sistema capitalista con toda su hipocresía a cuestas la que se expone en el marco de estas elecciones?

Las inundaciones con sus secuelas de muerte y destrucción así lo patentizan. La bronca y la furia de cientos de miles está a flor de piel y los candidatos lo saben, el poder político lo sabe. Aunque  la veda electoral  los refugie en sus reductos, para no sufrir las consecuencias inmediatas de sus mentiras, la aprovechan para no asomar la nariz frente al desastre que sufre la propia gente a la que va dirigida su demanda mediática de votos y el circo montado en torno a ello. El silencio de radio y la ausencia de las caras visibles, como los Scioli, los Macri, los De la Sota, los Massa, las Carrio y Stolvizer y otros tantos, los expone, pero también los expone su presencia. Si aparecen quedan como mentirosos y si se esconden también.

La situación es muy cruda y sus temores ya se hicieron presentes en los medios, en la idea de algunos personajes que “tanteando la situación” sugieren posponer una semana las elecciones, pues la lluvia diluye las PASO, por ende, diluye sus posibilidades, sus ambiciones, su continuidad.

Su hipocresía es más repugnante pues a costa de no solucionar nada y sostener el sistema de prebendas y corrupción que es la democracia burguesa y su institucionalidad, intentan sostener el negocio que los mantiene.  Los intendentes en sus conclaves convocando a asociaciones civiles para ver qué obras “pueden hacerse en el futuro para evitar otro desastre”, o demandando un día soleado para que la corruptela en torno a la compra de votos, de promesas y acomodos pactados entre concejales, punteros, sindicalistas y malandrines, por compromisos acordados en cada sección y circunscripción electoral, puedan funcionar dentro de sus cánones, no entorpecida por el agua, la lluvia y el barro.

Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos… son un pantano gigantesco sólo por mencionar una región, y la democracia burguesa se ve reflejada en las aguas marrones que recorren las calles, las barriadas, los parques industriales, los campos y las rutas. Las regiones más pobladas, son las más afectadas, son las regiones donde el caudal de votos es decisivo, donde la promiscuidad de la democracia burguesa se muestra sin miramientos frente al decidido hartazgo frente a todo esto. Donde el intercambio de favores está condicionado por la vida digna a la que aspiran millones de personas. Donde ya no caben las promesas y avanza la necesidad de tomar las soluciones en las propias manos, y donde se empantana la política la política de la oligarquía.

En este marco de crisis se juegan sus cartas de triunfo y de continuidad, y lejos de  aparecer como superadores están en el banquillo de los acusados. Son condiciones de vida que el sistema capitalista es impotente de evadir u esconder. No son sólo el resultado aleatorio del sistema capitalista, el producto de su funcionamiento, de su estado de putrefacción. Sino que sus consecuencias son producto de sus políticas de Estado.  Las condiciones con las que se desenvuelve la campaña electoral y la conducta mentirosa e hipócrita de los candidatos, de la democracia burguesa, expresan por lo tanto la política que detenta la oligarquía, son una política de estado en un marco generalizado de crisis política económica anárquica.

No es casual que frente a toda esta situación dejen a un lado las desastrosas condiciones sociales que han promovido con sus política, y sea la preocupación central de la superestructura, la devaluación y la lucha contra las organizaciones propias e independientes que van desarrollándose desde la clase obrera y el pueblo, es decir contra quienes la han hecho retroceder enfrentándola por salarios y condiciones de trabajo y de vida.

Su política, por lo tanto la ganancia, las condiciones de la salud, de las redes pluviales, de las escuelas, hospitales, de las calles de las barriadas, saltan a la vista, son secundarias.  La conquista de una vida digna es sinónimo de política y acción revolucionaria. El marco de condiciones para avanzar en el enfrentamiento por esas conquistas que implican transformar las actuales relaciones de producción por medio de la revolución, implican el desarrollo de la política revolucionaria que se plasme en las expresiones de unidad y organización de los trabajadores y en el pueblo. Implican la claridad frente a lo que se viene, y a la necesidad del cambio de poder por medio de una revolución social.

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