Hace tiempo que escuchamos cómo las terminales automotrices “lloran” porque los costos de producción “son caros”, que “les sobra personal”, que “la caída de ventas en Brasil”, que “no tienen dólares”, que “el dólar este barato”, etc., etc.
Pero, ¿qué hay de verdad detrás de estos llantos de niño caprichoso?
A mediados del mes de junio, las automotrices se reunieron con Débora Giorgi (ministra de industria), encuentro encabezado por la cámara que nuclea a las terminales, denominada ADEFA. Los temas que trataron principalmente fueron el cupo de dólares que el Estado les da a las fábricas, para que puedan importar tanto piezas como unidades terminadas. Esa cifra se situaba por esa fecha, en los 155 millones de dólares por mes. El “reclamo”-apriete de las terminales fue que esa cifra sea el piso de lo que les otorgan, y a cambio se comprometieron a no despedir ni suspender al personal.
Por su parte, el Estado les garantizó un incremento de divisas a partir del 15 de julio llegando a la cifra de 198,9 millones de dólares mensuales, sumándole también un monto de 85 millones destinados a “inversiones”. Vuestro gobierno les “garantizó” aguantar la relación comercial con Brasil por un año más; lo que implica que por cada dólar que la Argentina exporta a Brasil, Brasil puede importar 1,5 de la misma moneda.
Pero ¿cuál es el problema verdadero, los dólares o la falta de ventas?
En la misma reunión, el presidente de ACARA (cámara que nuclea a concesionarios) dijo que hoy el problema no es la falta de demanda sino más bien la falta de oferta. Esto quiere decir que el poco nivel de patentamiento no es porque haya pocas ventas sino porque hay pocos autos que vender.
Entonces ¿cómo es? Las terminales dicen que no se venden y los concesionarios dicen que se vende poco porque no hay autos…
Todos sabemos, y mucho más lo saben los trabajadores de las plantas automotrices, que las fábricas están produciendo, y que los niveles de producción están apenas por debajo del 2013 (año del récord histórico de fabricación)…
Lo que están tratando es meternos el fantasma de que esta todo mal, que se van a dejar de hacer estos modelos, que si no hacemos bien las cosas bien te rajan… Su pretensión es que los trabajadores nos quedemos quietitos, tranquilos, que trabajemos sin chistar… En varias plantas hubo “bono de mitad de año”, porque saben que el horno no está para bollos.
Claramente la movida de las terminales es una: ganar más y más no sólo a costa de sus trabajadores sino de la de todos los trabajadores del país, porque los dólares que el Estado les da para poder fabricar salen de los impuestos que todos pagamos, sale del IVA, de cuando pagamos la luz o el gas, o de cuando nos descuentan el impuesto a las ganancias…
Todo empieza a decantar y las cosas se ven como son. Ya no hay verso o engaño duradero. Las terminales empujan una devaluación y quieren más dólares para ganar más con sólo recibirlos; el Estado, ni lerdo ni perezoso, otorga las divisas en un ahorro continuo y cobra impuestos totalmente desmedidos a los trabajadores y al pueblo.