Como habíamos denunciado en nuestra página, el pasado 10 de septiembre se llevó a cabo la “Audiencia Pública” convocada por la Suprema Corte con el objetivo de “discutir” la regulación del derecho a huelga. Como era de esperar tal audiencia no tuvo los titulares rimbombantes ni propagandísticos a los que nos tiene acostumbrados la burguesía, lo cual ya indica que algo sucio se traen entre manos y una confirmación de lo temerosos que están producto de la debilidad política, y no quieren quedar expuestos con una iniciativa que a todas luces es reaccionaria y choca con sus discursos. Pero lo que están haciendo es preparar un marco jurídico y legal a situaciones futuras donde desde el papel les permita quedar cubiertos para poder tomar decisiones judiciales que ordenen la represión y despido ante una huelga.
La cuestión es más política aún. Ellos vienen testeando y de a poquito van introduciendo el tema tratando de generar un clima que les permita su cometido (cuánta debilidad!!!!). Así lo hicieron con la huelga docente en la Pcia. De Buenos Aires, donde el Frente Renovador de Massa presentó un proyecto de ley que prevé la creación de un tribunal administrativo que trate los conflictos relativos a los trabajadores del Estado. Y ahora aparece esto, que en realidad lo que se persigue es darle el poder a los sindicatos con personería jurídica, que dicho sea de paso la otorgan cuando les conviene más allá de todas las reglamentaciones existentes (como por ejemplo, los avales).
El problema de fondo es consolidar la santa alianza empresa-gobierno-sindicatos para poder implementar un pacto social como ya intentaron hacerlo y no les dio resultado, y ahora lo vuelven a anunciar. Tal pacto les “permitiría” tratar de balancear los costos a su favor, es decir trabar las conquistas en la disputa que los trabajadores plantean ante la escalada inflacionaria, que es el mecanismo que está utilizando la burguesía para planchar los salarios.
No es casual que en dicha “audiencia pública” estuviera presente el vicepresidente de la UIA, Funes de Rioja, entre otros. Lo que pasa es que la lucha de clases no da respiros, la burguesía se encuentra perdida en un laberinto sin encontrar salidas y menos de cara al futuro tormentoso que se vislumbra.
La última gran salida histórica que intentó darle la burguesía para tratar de frenar la lucha de los trabajadores fue la Ley de Asociaciones Profesionales que le da inmunidad a los sindicalistas en el marco de la «asociación» del capital y el trabajo; pero se cansaron de despedir, encarcelar y hasta asesinar a miles de trabajadores, y a pesar de ello jamás lograron domesticar a la clase obrera argentina.
Ya sucedido el 2001, con el gobierno de Néstor Kirchner y las primeras devaluaciones y escaladas de precios arrancó una generalizada lucha por salarios empresa por empresa (que en un principio era la idea de la burguesía la de discutir salarios por empresa, pero rápidamente dieron un paso atrás porque tal mecanismo ponía el acento en el protagonismo en las masas y no en las estructuras), a lo cual los monopolios terminan dándole toda la confianza a las cúpulas sindicales y el gobierno de Kirchner convocó a paritarias para luego, en el tiempo, llevarlas a la enajenación en el sentido de tardar meses en su tratamiento, pagar los aumentos en cuotas, etc.; y así y todo la clase obrera les fue quebrando el techo pretendido por la burguesía.
Pero la lucha económica ya se expresa como un techo para la clase obrera. La irrupción política como clase puja por nacer, lo cual implica la plena independencia política de la clase obrera de todas las leyes del sistema. Y mejor aún, no se arranca desde cero, ya el derecho a huelga es un derecho histórico conquistado que pasó por arriba a los sindicatos burócratas. La intención de la burguesía es idealista: intentan poner palos en la rueda pretendiendo otorgarle la exclusividad del derecho a huelga sólo a los sindicatos con el afán de coartar, condicionar y dividir la práctica que ya es un hecho, como son las asambleas, la expresión más soberana de las decisiones de los trabajadores pues ahí se expresan las mayorías y por lo tanto la contundencia y justeza o no de la huelga. Si la asamblea lo decide, la huelga es masiva; si es masiva, tiene todas las garantías de triunfo. Y es ahí donde se apunta, para que las decisiones sean súper estructurales y por lo tanto vacías de contenido.
Éste es el mar de fondo que traen estas “audiencias públicas” y otras iniciativas que resultan tibias ante tanto fuego que ya amenaza encender toda la pradera.