Una vez más, al igual que en el 2006, la ocupación militar de la gendarmería de la ciudad de Las Heras (Santa Cruz) ha sido la respuesta del Estado y gobierno de los monopolios a la demanda de los trabajadores petroleros de reincorporación de 80 despedidos de la empresa Huinoil que presta servicio para la operadora china Sinopec e YPF.
La lucha comenzada a mediados de septiembre, debido a ser ninguneada por la empresa, el sindicato – el que acusa a los trabajadores de “romper la paz social” y de “desestabilizadores” – y toda la prensa e instituciones del sistema, se han visto obligados a tomar medidas drásticas para hacer oír sus reclamos y tomar la legendaria planta de deshidratado planta Las Heras 3 (LH-3) centro de luchas históricas de los petroleros.
Denuncian los trabajadores que las petroleras, el gobierno y los sindicatos hablan de «Paz Social», cuando «lo único que padecemos los trabajadores es el infierno de tener que soportar jornadas agobiantes de trabajo, precarización, despidos y represión»; a la vez que reciben el apoyo de otros trabajadores con víveres y agua ya que la toma tiene como fin interrumpir la producción del yacimiento hasta que tengan respuestas a sus reclamos. «La toma es por tiempo indefinido, ojalá la empresa venga mañana y quiera negociar y listo… cada uno a su casa y a trabajar, nosotros no queremos vivir de paro, queremos trabajar».
La tensa situación política y social que vive Las Heras no es distinta a la reinante en toda la Patagonia petrolera y minera o en los parques y zonas industriales del país así como en los pueblos andinos en la lucha contra las mineras.
Allí está representada y hermanada también las luchas de Tubhier y Formar (Villa Mercedes, San Luis) que desde hace 70 días y pese a la represión sufrida el último sábado continúan el corte de la ruta 7 y el bloqueo a la planta por la reincorporación de los despedidos. O en los paros de los trabajadores de Jonhson Controls, en rechazo al anunciado despido de 250 trabajadores.
Frente a la agudización del enfrentamiento clasista, acelerada por la firme decisión de lucha y rechazo de la clase obrera a las políticas de “disciplinamiento” y “ajuste” de la burguesía, la tarea inmediata de los trabajadores que aspiran a los cambios sociales para lograr un país digno de vivirse es, desde la movilización solidaria en curso de los trabajadores y desde las organizaciones de base, que se comience a materializar la unidad política que, por encima de las justas reivindicaciones sectoriales, den cuerpo al proyecto revolucionario de la clase obrera y, con acciones de masas, enfrentar al sistema que sostiene a los monopolios en el poder y a toda su decadente y putrefacta sociedad capitalista.