Ernesto Guevara: “¡Hagamos la revolución!”

Se ha cumplido un nuevo aniversario de la caída del Che en Bolivia. Cuarenta y ocho años ya en las que su historia, su recuerdo, su legado se realzan cada vez con más fuerza y claridad ante tanta idea mercachifle y ante tanta necesidad de contar con herramientas políticas y teóricas que nos ayuden a los pueblos a enfrentar la barbarie imperialista.

El Che fue asesinado por el ejército boliviano a instancias dela CIAnorteamericana; decidieron enterrar su cadáver en un lugar desconocido como si de esa forma pudieran garantizar el olvido. El idealismo burgués sentencio: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Y así confirmó que, en la historia, las “victorias” del enemigo clasista son circunstancias en el largo proceso quela Humanidadha emprendido para liberarse de su yugo. El Che siguió adelante. Sus manos siguieron tirando y, naciendo en otras rosas, siempre lo seguimos nombrando, como dice la canción.

Entonces vino la etapa de la difamación y utilización, tanto por enemigos como por “amigos”. Los primeros, gritando a los cuatro vientos su condición de “guerrerista”, “voluntarista”, “idealista”. Los segundos, tergiversando su lucha y compromiso yendo detrás de burguesías nacionales, buscando imperialismos buenos, intentando construir el socialismo “con las armas melladas” del capitalismo.

Y allí también fracasaron; el Che emergió como político, militar, estadista, internacionalista y humanista verdadero, estudioso y teórico incansable que aportó su visión revolucionaria no sólo para criticar al sistema que combatió hasta el último de sus días, sino también para decir lo que creía necesario revolucionar de las revoluciones realizadas.

Y hoy, que el imperialismo mundial confirma cotidianamente su brutalidad y salvajismo, su deshumanización intrínseca, su desprecio por los pueblos y sus culturas (en el sentido más amplio del término), su inviabilidad tan palpable al punto de amenazar la continuidad de la especie humana y de la naturaleza, el Che vuelve sin nunca haberse ido. Vuelve más vital, más vigente, más preciso, más esencial e imprescindible que nunca. Algunas de sus sentencias y afirmaciones principales deben guiarnos en el día a día, como aquellos consejos que nos legaron nuestros mayores.

“Por otra parte las burguesías autóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al imperialismo –si alguna vez la tuvieron-  y sólo forman su furgón de cola. No hay más cambios que hacer: o revolución socialista o caricatura de revolución”.

“Al imperialismo no se le puede creer ni un tantico así, ¡nada!”

“El hombre debe transformarse al mismo tiempo que la producción progresa; no realizaríamos una tarea adecuada si fuéramos tan sólo productores de artículos, de materias primas y no fuéramos al mismo tiempo productores de hombres.”

“Crezcan como buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la Revolución es lo importante y que cada uno de nosotros, solo, no vale nada. Sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.”

Cerramos esta nota con una insolencia. Nos atrevemos a imaginar que el Che está sentado del otro lado de la mesa, con su puro en la mano, y nos dice: “Hagamos la revolución!”

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