La burguesía monopolista con bombos y platillos, culminando una fiestita electoral más, pretende hacer creer a través del engaño y el enmascaramiento, que nuestro país transita por las anchas avenidas de la paz, el diálogo y la democracia, vendiendo a los cuatro vientos que vivimos en una sociedad ideal donde los amos burgueses solucionarán todos los males que ellos mismos han creado.
Pero esa es la máscara detrás de la cual se esconde la cruda realidad, no sólo de sus intenciones sino también de la disposición de dar una vuelta de tuerca más cruda aún en su dominación, súper explotación, hambre y miseria sobre las amplias mayorías de nuestro pueblo.
Lo que fundamentalmente tratan de esconder es la existencia de la lucha de clases y disimular que tienen como su máximo oponente a la clase obrera y los trabajadores en general, que en el último año han venido incrementando el enfrentamiento exigiendo un sinnúmero de reclamos. Un estado de lucha que fue gestando una situación que ya le puso al gobierno entrante (tenga la cara que tuviere) el condicionamiento que ante las primeras medidas que pretenda tomar nada le será fácil, pues todo indica que en los meses iniciales del nuevo gobierno deberá afrontar innumerables obstáculos ante el crecimiento del enfrentamiento de nuestra clase obrera y el pueblo.
Los monopolios han hecho esta lectura. Es por ello que en los últimos meses intentaron implementar una “ofensiva” con el afán de sembrar el temor de la crisis, generando informes ficticios de la caída de la producción y montados sobre ese caballito de batalla trataron de golpear a la clase obrera con intentos de despidos con el único objetivo de golpear la organización independiente de los trabajadores proponiéndose el DISCIPLINAMIENTO de la clase obrera. Los monopolios necesitan irremediablemente, como ellos afirman en sus dichos, “achicar costos”, léase reducir la masa salarial. Es de esa competitividad en el mundo de la que hablan, para lo cual tienen que domesticar y condicionar la conducta de los trabajadores.
Ese es el plan y no otro que pretenderá jugar el próximo gobierno de los monopolios, en un contexto que deberá asumir en las puertas de nuevas discusiones salariales, lo cual ya muestra de cuerpo entero cuál será el escenario al que se deberá enfrentar.
Ante más disciplinamiento, más rebeldía
El ejercicio de lucha que se viene dando es en ascenso en todos los planos. Solamente como ejemplo, a horas de las elecciones vitivinícolas de Mendoza y Tucumán acaban de ganar una huelga por salarios caídos, y el gobierno de Gioja en San Juan se vio empujado a encarcelar y recurrir a la represión contra cientos de pobladores de Jachal que bloqueaban la Barrick Gold reclamando que se vayan.
Dos luchas que terminan expresando una avanzada de las conductas que asumirá nuestro pueblo ante las medidas que vanamente pretenderá tomar el nuevo gobierno. He ahí la táctica a seguir. Ante el disciplinamiento, más rebeldía; con masividad y desde la independencia política del sistema, rompiendo con toda la institucionalidad burguesa de la índole que sea, llámense sindicatos traidores (en casi su totalidad), ministerios públicos y de justicia, ministerios de trabajo, legislación laboral, etc. es decir, imponiendo las reglas de juego de la más amplia movilización, que arranque bien desde abajo, organizados sector por sector, fábrica por fábrica, amalgamando y entretejiendo la unidad de carácter local, involucrando a toda la sociedad, tomando como método de organización central LA ASAMBLEA, ÚNICO ÓRGANO SOBERANO capaz de darle masividad y contundencia a las decisiones en la lucha emprendida.
Tal ejercicio debilitará al “nuevo gobierno”, lo condicionará en sus intenciones de disciplinar a la clase obrera y al pueblo, lo cual generará un ejercicio aún mayor de organización y movilización que empuje al surgimiento de una salida revolucionaria que el momento histórico demanda.
La única salida es la revolución, y es la acción de las más amplias mayorías fundidas con las ideas revolucionarias que plantee una salida de fondo y de cambio de este sistema, la única situación capaz de poner en riesgo y hacer peligrar la dominación de la burguesía. Es menester, y en ello nuestro partido al igual que cientos de destacamentos revolucionarios existentes, plantear ante la situación que se avecina dejar plantada la esencial idea que la única salida alternativa a la que ofrece la burguesía monopólica es la de una revolución que sepulte el Estado de los monopolios y ponga en vigencia, como epicentro de todas las cosas, la vida digna que se merece nuestro pueblo.