El llanto del «progresismo» no tapará el verdadero enfrentamiento de clases

En el mundillo del progresismo y de cierta autodenominada «izquierda» en donde las clases sociales no existen, se dice que el pueblo votó a la «derecha». El desencanto habita las mentes y se echa la culpa de la propia derrota electoral al pueblo que «no tiene memoria». «Ahora viene el neoliberalismo» es la letanía que se escucha con fuerza en ese ámbito. «Los pueblos se equivocan» dicen algunos de ellos. «Que ahora no se quejen de lo que viene…»

Esas y otras exclamaciones quejosas pudieron escucharse o leerse en medios masivos y redes sociales. La soberbia propia y subestimación a las masas es elocuente. Los emisores de esos enunciados lamentaban el resultado electoral del PRO de Macri y compañía y destilaban broncas porque Aníbal Fernández no será gobernador de Buenos Aires, porque el FPV perdió las elecciones en provincias claves a manos del PRO, y el candidato del «modelo» (como gustan llamar a Scioli que representa al peronismo kirchnerista y que, en esa fantasía, no es reaccionario como todos esos nefastos personajes) ve comprometida su candidatura a presidente.

Según esta forma de pensar, la derecha del PRO de Macri, es una vuelta a los ’90 con su carga de política reaccionaria «neoliberal».

En cambio el «modelo» plantea un camino hacia el objetivo de independencia nacional y de profundización democrática.

Sin embargo, detrás de ambos y de todo el menú electoral está la oligarquía financiera manejando el timón.

Repasemos los «beneficios» del «modelo» Kirchnerista que supuestamente se opone al de Macri o al de las otras ofertas electorales:

* Entrega al capital financiero internacional de US$ 177.000.000.000 en concepto de pago de deuda externa. Dinero directamente expropiado del trabajo y el esfuerzo del pueblo en beneficio del capital financiero transnacionalizado.

* Entrega de oro y otros minerales, gas y petróleo a los monopolios mineros, petroleros y gasíferos a cambio de superexplotación de trabajadores, territorios, ríos y aguas subterráneas contaminadas por cianuro y arsénico, y de destrucción de montañas y medio ambiente en general, con posibles sismos y mayor depredación.

* Reducción de salarios a través de una inflación galopante y del impuesto al salario que llega, además, a niveles de ingreso muy bajos.

*Jornadas agobiantes de superexplotación de la mano de obra y sostenimiento de las leyes de flexibilización laboral con su consecuente ausencia de derechos democráticos y laborales de los trabajadores. Intentos varios de disciplinamiento a los trabajadores para la aplicación de una vuelta más en la superexplotación. Amparo descarado de los intereses monopolistas ante cada conflicto e injusticia interminable para los trabajadores que no pueden contar con una defensa que los proteja, salvo su unidad y movilización contra el poder.

*Veto presidencial del 82% móvil a los jubilados cuya mayoría tiene el ingreso mínimo de hambre. Freno de los juicios de jubilados contra el Estado o tardanza eterna en el pago de las sentencias esperando cínicamente el fallecimiento de los beneficiados.

*Facilitamiento de todas las condiciones posibles para que los monopolios se la «lleven con pala» según reconocen, desde la presidenta hacia abajo, todos los funcionarios de este Estado corrupto y decrépito.

*Dolarización de los precios y la economía en general con la excepción del salario que ve achicado, día a día, su poder de compra.

*Crecimiento exponencial de la inseguridad para la vida de los trabajadores y pueblo en general que a diario es atacado y robado por lúmpenes sostenidos desde el propio Estado y las empresas monopolistas a través de la protección que las propias fuerzas de seguridad le brindan compartiendo y organizando el itinerario de la obtención del botín. Generalización de los delitos del negocio de drogas, trata de personas manejados desde los monopolios y el Estado.

*Deterioro edilicio, de recursos y de los contenidos de la educación a la que pudiera acceder la mayoría popular.

*Colapso del sistema sanitario y hospitalario al que pudiera acceder el pueblo. Incremento geométrico del costo de los medicamentos, obras sociales y prepagas dejando sin posibilidades a los sectores más humildes y dificultando su acceso a las grandes mayorías laboriosas.

*Falta de perspectiva de un futuro mejor y certeza absoluta de un creciente empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo sin salida posible en el marco de este sistema de producción

Y podríamos seguir con el listado de los logros del llamado «modelo».

Con Macri no se vuelve a los ’90 porque el proceso de concentración y monopolización capitalista viene desde antes de la mencionada década, se profundizó con este gobierno y se intentará continuar con el que viene. Este proceso no tiene marcha atrás. El sistema capitalista está agotado en este país y la única salida posible es la lucha revolucionaria del proletariado y el pueblo.

Tampoco tienen marcha atrás estas luchas crecientes y sostenidas de la clase obrera y el pueblo que no pararán con el futuro gobierno esté quien estuviere así como no se detuvieron con el actual gobierno reaccionario de Kirchner y Compañía, pues entre ambos gobiernos hay apenas diferencias de matices o de formas que no comprometen lo esencial. Porque quienes imponen los llamados «modelos» son los monopolios que están en el poder y los funcionarios cumplen con sus dictados.

Porque la realidad no es la del mundillo sin clases concebido por estos nostálgicos del «capitalismo humanista». La realidad es la existencia de la clase burguesa imperialista y la clase proletaria acompañada por los demás sectores populares. Ambas clases antagónicas y beligerantes entre sí. Se llame progresismo, centro derecha, derecha a secas o se vista de «izquierda» oportunista que pelea por cargos en el Estado capitalista, son todas expresiones políticas de una misma burguesía monopolista empeñada en sostener el sistema capitalista de producción.

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