Estamos llegando a fin del año y cada familia trabajadora convive con el deseo de pasarla bien con sus familias, con nuestros amigos y con nuestros queridos; junto a la convicción de que el 2016 será otro año de luchas, frente a las adversidades que el sistema capitalista nos genera. Más allá de toda la manipulación que hace el poder en estas fechas, nosotros pueblo, nos reunimos en nuestras casas con la esperanza de un futuro mejor. Y eso es verdadero, es nuestro, no entra la «mercancía», entran los valores de una sociedad que trabaja, que produce y a la vez, que se ve impedida de disfrutar y de gozar lo hecho con nuestras propias manos. Y es contradictorio. Por un lado el dolor por lo que se vive, y por el otro, la alegría de saber que la lucha por nuestra dignidad nos hace más personas. Podemos ser acusados de cualquier cosa, pero somos esencialmente optimistas por nuestro futuro, sustentado en un pasado de padres y abuelos comprometidos por una sociedad mejor que garantizaron, en las peores condiciones políticas y sociales, la transmisión de una experiencia, de lo mejor de la lucha que hemos tenido. Hoy brindaremos porque los brotes de ese sembradío comienzan a tener el vigor revolucionario necesario para cambiar las cosas de una vez por todas. Los que vivimos en este país conocemos de sobra con los bueyes que aramos; los gobernantes, los empresarios, los sindicalistas y los funcionarios, han demostrado ser los responsables de que nuestro país esté patas para arriba, y que esa realidad la suframos los trabajadores y el pueblo. Jornadas de trabajo agotadoras, la plata se desintegra y no alcanza para nada. El gobierno de los gerentes pretenderá más ajustes en todos los niveles, continuando con la timba, para que toda esa millonada la aprovechen los monopolios que tienen el poder, y la terminemos pagando el conjunto del pueblo argentino. Como muestra basta un botón: la terrible disparada de precios en alimentos y los aumentos generalizados, tiran más abajo todavía el poder adquisitivo de los ya magros ingresos de la población. Nadie baja la guardia y la moneda está en el aire. En cada rincón de nuestro suelo sigue caminando la lucha y la movilización de todos los sectores del pueblo, sin distinción. Mientras los medios de la burguesía tratan de imponer temas que buscan el engaño, el río subterráneo de luchas del pueblo se hace cada día más caudaloso y torrentoso, llevándose puesta cualquier iniciativa que la burguesía decide y ensanchando la brecha entre ellos y nosotros. El proyecto revolucionario encuentra inmejorables condiciones para aportar a todas esas luchas, la salida real y definitiva que como pueblo tanto ansiamos. Con esta convicción continuaremos caminando y con esta firmeza debemos actuar, concientes que todo un pueblo se a echado a andar para alimentar el fuego de un proyecto de revolución, que destaque y despliegue toda la fuerza acumulada durante todos estos años.