Muchísimos son los artículos que hemos venido publicando en esta última parte del año, en donde nuestro Partido hace referencia a la situación política de nuestro país, haciendo especial hincapié en la asunción de un nuevo gobierno de los monopolios, en la crisis política que la burguesía no puede resolver y en particular, el avance de las luchas y la confrontación que desde diversos sectores del pueblo y de la clase obrera en particular, ya se les presenta a estos personeros del poder.
Los problemas irresueltos les explotan en la cara: desde las terribles inundaciones en el Litoral, pasando por la fuga de delincuentes con alta exposición mediática (que deja al desnudo una vez más la connivencia con las fuerzas policiales), hasta las cajas vacías que dificultan el pago de salarios y aguinaldos en muchos sectores de la administración pública.
Está muy claro que la burguesía siempre buscará mimetizarse de acuerdo a sus necesidades, que no es otra cosa que acomodarse de acuerdo a sus negocios. Sus facciones pueden aparecer muchas veces “confrontando” entre ellas, pero a “la hora de los bifes”, cuando el peso de la lucha de clases les mueve la estantería, se alinean como un solo hombre para continuar explotándonos y exprimiéndonos, chupándonos la sangre.
Con el cierre del 2015, la clase dominante pone a rodar nuevos/viejos discursos, que buscan marcar el terreno de cómo pretenden arrancar el año que se inicia. Más productividad, condicionar a los trabajadores y dejar los salarios quietitos…Pero como ya lo hemos señalado, una cosa es lo que pretendan y otra muy distinta es lo que puedan hacer.
Buscarán avanzar sin trabas ni palos en la rueda; pero esta necesidad choca violentamente con los graves problemas políticos que tienen en todos los terrenos, y que pueden resumirse en algunos puntos que consideramos esenciales.
La debilidad política de un gobierno que, habiendo asumido hace pocos días, se muestra balbuceante y sin reacción ni rapidez frente a un escenario de negocios que exige rápidamente que se recupere la tan mentada “confianza”.
La incapacidad del arco político “opositor” de generar alguna expectativa para recuperar los espacios perdidos, montando escenografías que –sin los recursos del aparato estatal- se desvanecen como agua entre las manos.
El cuestionamiento político de los trabajadores y el pueblo, a las medidas que el nuevo gobierno intenta implementar.
El rechazo y la desconfianza de amplios sectores del pueblo al arco institucional, llámese Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, gobiernos provinciales y municipales, sindicatos, etc., herramientas ajenas a los problemas cotidianos que padecemos, herramientas al servicio de los monopolios, transformadas en una traba de nuestras conquistas, gobierne quien gobierne.
El crecimiento constante del ejercicio de la autoconvocatoria, la democracia directa y la asamblea en todos los ámbitos de la lucha de masas, utilizadas para ejercer nuestro derecho a la dignidad y para alcanzar los objetivos reivindicativos, políticos y sociales.
Y una clase obrera que ha puesto la confrontación en alza, con niveles de socialización de la producción nunca vistos, que dejan al desnudo y chocan con todas las viejas formas de organización de este sistema, políticas y gremiales.
Este es el piso, el nivel en que se encuentra la lucha de clases en el año que se inicia.
La construcción de la unidad basada en la experiencia acumulada desde abajo, barre revolucionariamente de un plumazo con todas las trabas que intenta poner la burguesía, incluido el engaño y sus permanentes mentiras.
La lucha de las clases avanza. La clase está unida en el odio a los explotadores, a sus “socios” y alcahuetes, y a esta vida miserable. La rebelión en auge sienta las bases de una ofensiva. Se palpa y se siente. Lo que se demanda, son cambios de fondo.