Con la llegada del nuevo gobierno burgués se ha desatado una nueva edición de la puja entre facciones de la oligarquía financiera por ocupar el podio en el control político del Estado. Agroexportadoras y mineras, automotrices y petroleras, alimenticias y de servicios etc. -junto a sus intrincados sectores financieros- se han lanzado a la conquista de esta carrera que como premio tendrá las políticas que garanticen la continuidad de la “década ganada” y los gigantescos recursos financieros del Estado, producto del esfuerzo del conjunto del pueblo trabajador.
Uno de los escenarios de esta disputa (y que hoy ocupa los titulares de los medios burgueses y preocupa a decena de miles de argentinos), es la llamada “crisis petrolera”, donde los monopolios extractivos -bajo la escusa de la caída del precio del petróleo a nivel internacional que imposibilitaría mantener las “fuentes de trabajo”- pretenden que su depredación ya gratuita, sea premiada con millonarios subsidios.
Gobernadores y sindicatos de las provincias petroleras, montados en la movilización de trabajadores, han salido a jugar para sus patrones.
Las petroleras, con la amenaza de dejar 5.000 trabajadores en la calle, tienen a Pan American Energy (Bulgheroni) y a Tecpetrol (Techint) a la cabeza, pretenden que el petróleo que exportan reciba el mismo subsidio que cubre la diferencia entre el precio internacional y los US$ 54,90 que se comercializa para el consumo interno, y que ha llevado a que las naftas en las estaciones de servicio del país sean una de las más caras del mundo.
Su argumento es que el precio internacional del crudo (menos de 30 dólares el barril) no alcanza a cubrir los costos de extracción, que dicen ser superior a US$ 35… Esto es recurrentemente desmentido por los entendidos del sector, defensores de nuestros recursos energéticos, que estiman que el costo real de extracción escasamente llega a US$ 4 el barril. Otra mentira de las petroleas es que los “altos salarios” (que por cierto ya fueron degradados en un 50% después de la ultima devaluación del dólar y la inflación del último año), “hacen imposible la continuidad de la explotación”.
En pocas palabras: quieren “la chancha y los 20”. De concretarse esto, significaría el traspaso de US$ 5.000 producto de el esfuerzo del los trabajadores a manos de la burguesía monopolista.
Los trabajadores y el pueblo debemos rechazar esta aberración depredadora de los que se “la llevaron con pala” y exigir la continuidad de todos los puestos de trabajo y sus salarios, cosa posible con sólo un 10% de lo que demandan la petroleras… y que el crudo quede bajo tierra.