Confirmado ya que el gobierno macrista intenta fijar un techo de 25% a los aumentos salariales, la burguesía monopolista comienza a mostrar las cartas que tiene en la mano para intentar doblegar a su contrincante.
“Los salarios deben estar por detrás de la inflación”, sostuvo Julián de Diego, conspicuo vocero de los intereses del empresariado en la Argentina. El ministro de Trabajo declaró ayer que “no hay motivos” para que los reclamos superen el porcentaje anunciado. Y allí donde las declaraciones terminan y comienzan a jugarse las cartas sobre la mesa: empresas monopolistas, que tienen planes de producción en expansión y no que se encuentran en “crisis”, han comenzado a tantear el terreno provocando despidos.
La estrategia es la de siempre: o se conforman con lo que ofrecemos o habrá despidos para seguir tirando hacia abajo la masa salarial. Siguiendo con la metáfora del juego de naipes, la burguesía se está apresurando a gritar envido con un cuatro, subestimando e intentando condicionar el juego del oponente. Pero en el truco, cantar envido con un cuatro (que es el valor mínimo) se puede dar en dos circunstancias: una, para semblantear al jugador rival y estudiarlo, incluso atemorizarlo de entrada; la otra, para intentar ganar puntos en el juego porque desesperadamente se intenta recuperar el terreno perdido en el marcador.
Ambas circunstancias son las que se están dando en la puja salarial abierta. La burguesía monopolista, con su gobierno y su Estado a su servicio, quiere asustar desde el vamos al proletariado, al tiempo que intenta recuperar iniciativa ante una clase obrera que se sabe díscola y difícil de disciplinar cuando se le quiere imponer condiciones.
Ahora bien, ¿cuáles son las cartas y la actitud con las que la clase obrera enfrenta esta contienda? Está más que claro que la actitud y la decisión por defender las conquistas logradas, sin dejarse amedrentar por las bravuconadas del que tiene enfrente, está más firme que nunca. Y esto no es de ahora. Ya desde 2014 y 2015 la burguesía viene intentando disciplinar a la fuerza proletaria, sin éxito. Cada intento de la clase dominante fue enfrentado decididamente por los trabajadores. Sin la sumisión del proletariado para aceptar mansamente las imposiciones burguesas, no hay grito de guerra que valga.
En cuanto a las cartas que le proletariado tienen en sus manos, las mismas no son pocas pero debemos ser concientes que la partida es larga y no se definirá en una sola vuelta. El sostenimiento y la consolidación de las organizaciones independientes de los trabajadores, las que ejercen masiva y democráticamente la lucha, es un gran punto de arranque. Para mejorar las condiciones de lucha y organización, debemos plantarnos definitivamente en una estrategia de construcción de las mismas que rompa los límites formales e institucionales de la burguesía.
Queremos decir que se debe aumentar y profundizar la búsqueda de la unidad de la clase entre sí y de ésta con el conjunto de los sectores populares desde iniciativas concretas en las que los obreros salgan a la búsqueda y a la convocatoria de sus pares y del pueblo en general. Más allá de los alineamientos gremiales y de las divisiones que nos impone la institucionalidad burguesa. Y esto debemos hacerlo desde iniciativas de movilización y organización concretas en las que organicemos la lucha por el 50% de aumento salarial desde nuestros lugares de trabajo hacia los demás sectores, buscando afrontar esta lucha como una sola clase y ya no como trabajadores aislados y divididos.
En eso debemos actuar igual y mejor que la clase burguesa: ésta se muestra como tal cuando acomete con una sola política que va por los intereses de la mayoría; la rebaja de la masa salarial y el disciplinamiento que intentan es una iniciativa de una clase sobre la otra y, por lo tanto, los trabajadores y el pueblo debemos afrontarla de la misma manera. La lucha es clase contra clase y entonces todas nuestras iniciativas deben promover que la lucha y la movilización se den en el terreno del enfrentamiento político contra la clase dominante, su gobierno y su Estado.
Por otra parte, debemos hacernos concientes que esta pelea se da en un marco de crisis mundial del capitalismo, donde en diversas partes del planeta la burguesía se encuentra con las mismas dificultades a la hora de imponer sus condiciones a los trabajadores del mundo. Esto va en contra de su chantaje berreta acerca de que si aquí no tienen condiciones de producir, levantan la fábrica y se van… Cada eslabón de la producción mundial forma parte de una tablero complejo y determinado por sus planes de negocios planetarios, lo que hace que la decisión de dejar de producir en un país para hacerlo en otro (más todavía cuando la lucha de clases arrecia en todos lados) no sea tan “fácil” de realizar como ellos lo agitan.
Tengamos claro entonces que el proletariado cuenta con mejores cartas que la burguesía y que las mismas debemos jugarlas con inteligencia y decisión, para encarar un enfrentamiento político en el que ellos están débiles de toda debilidad.