Hablar de lo que nadie habla, una tarea revolucionaria

 Siempre insistimos en la idea de que nuestro pueblo en términos generales sabe lo que no quiere y tiene asimilado en carne propia que, más allá de poner un voto aquí u otro allá, no ha de esperar con eso un cambio sustancial en la sociedad, sabe que la lucha es el lenguaje directo que tiene frente a cualquier reclamo.

No cree en las instituciones Justicia, Parlamento, Poder Ejecutivo, fuerzas represivas… Nadie a esta altura otorga un cheque en blanco a una decadencia por demás expresada, aunque vociferen que uno u otro candidato y su administración, puedan solucionar los problemas crónicos en nuestra sociedad.

El problema central del actual proceso de lucha de clases en nuestro país, es que frente a tal propuesta degradada de la clase dominante en sus variantes actuales, no aparece con la fuerza necesaria una alternativa de cambio revolucionario. Aún la idea de la lucha por el poder y la construcción de una sociedad socialista no supera el cada vez más amplio (eso es bueno) sector avanzado del enfrentamiento, pero extremadamente insuficiente para erigirse en salida política.

Entendemos que este problema de la revolución no se resuelve solamente con más lucha (que la hay y que seguirá en ascenso), sino que se requiere que todo el pueblo, desde su lugar  comience a tutearse con las ideas socialistas. No es este un problema de unos pocos, es un problema de la mayoría del pueblo explotado y oprimido.

La clase dominante “trabajó” el tema del socialismo en el plano ideológico, y lo que no pudo ni puede resolver en el plano político supo abordarlo en profundidad para hacer desaparecer de la faz de la tierra la idea de otra sociedad, revolucionaria. Esencialmente  trabajó con el fracaso del socialismo en el planeta para ratificar una y otra vez la inviabilidad de otro sistema.

El llamado “socialismo fracasado”  de la Unión Soviética no fue ni más ni menos que Capitalismo de Estado, en donde aún los monopolios no se habían atrincherado en el Estado. El presente “socialista” de China actual, con estandartes comunistas, no es más ni menos que una alta expresión de Capitalismo monopolista de Estado.

La clase dominante llamó y llama a estas experiencias socialistas y es el fuerte de su concepción ideológica.

Para nosotros, en cambio una sociedad Socialista con un Estado revolucionario socialista es la clase obrera y el pueblo en el poder, no los monopolios, no los capitalistas.

Entendemos por necesidad histórica del socialismo, cuando el sistema que nos rige, el capitalismo, es un freno a las fuerzas productivas; un sistema que al regir la ganancia y el mercado como fundamentos sociales favorece a pequeñas minorías que cada vez son más concentradas y cada vez más ricas. 62 individuos poseen en sus manos más de la mitad de la riqueza que tienen 7 mil millones de almas.

Este sistema capitalista dominante en el mundo y dominante en nuestro país frena el desarrollo de la humanidad, le impide pasar de la prehistoria del Hombre a la verdadera Historia del Hombre.

Adherimos a la idea del Che, cuando hacía mención al momento de la humanidad, expresando sin vacilaciones que la época histórica del paso del capitalismo al socialismo era la más importante de la humanidad, era la época de revoluciones sociales que darían un inicio al fin de la sociedades de clases, es decir, de explotadores y explotados.

No se equivocó el Che, compartimos esa extraordinaria idea. El socialismo en el primer acto revolucionario que es tomar el poder por la clase obrera y el pueblo, explotado y oprimido, permitirá de entrada liberar las fuerzas productivas.

No somos ni idealistas ni soñadores mal entendidos como sugiere la clase dominante, pero sí soñamos y trabajamos sobre las ideas que posibiliten la liberación de las fuerzas productivas, aquellas que el capitalismo hoy está encorsetando, que las reprime.

Hoy el sistema capitalista es lo que es: angustia para el hombre y angustia para la naturaleza en general. Es derroche, es anarquía, está a la vista, no hay un “sistema socialista” al cual pueda echársele la culpa de todos los males.

Entendemos que la primera etapa  de la revolución socialista será muy compleja, el arrastre cultural de miles de años de explotación del hombre por el hombre seguirá un largo período dentro de la sociedad, las lacras del sistema capitalista no desaparecerán de un día para el otro, es más, el derecho burgués de una u otra manera seguirá.

Pero lo que sí cambiará radicalmente de un día para otro es quien detentará el poder y en ello está cifrado el cambio social.

La clase obrera y el pueblo que viene luchando y organizándose dentro del sistema capitalista, han encontrado las organizaciones y las metodologías básicas que serán de hecho las primeras organizaciones del nuevo Estado Revolucionario.

Nos referimos a que, la cada vez más extendida democracia directa que nuestro pueblo está ejerciendo, será la base democrática revolucionaria de nuestro Estado Socialista. La administración del Estado en manos de todo el pueblo con las organizaciones revolucionarias que hoy están gestándose.

Nada que inventar: Estado socialista regido por una democracia directa que legisle y ejecute y a la vez que tenga el poder de revocabilidad de los funcionarios con mayoría simple de votos.

Las nuevas instituciones Socialistas serán hijas de éstas luchas y organizaciones que hoy que se van dando en el enfrentamiento con la burguesía monopolista en este momento histórico. La autoconvocatoria no perderá su esencia de participación masiva en la administración del Estado.

El problema actual de la revolución es que incluso nosotros mismos, los revolucionarios, a veces subestimamos las fuerzas del pueblo, de su clase obrera, no alcanzamos a ver con más profundidad los logros que realiza en la lucha cotidiana contra la clase dominante.

Se trata en esta época histórica, de quebrar la idea de la imposibilidad de revolución socialista, de quebrar la idea del fracaso del “socialismo”,  poniendo la verdadera agenda del debate ideológico de cómo el sistema capitalista frena las fuerzas productivas, cuando unos pocos lo tienen todo y cada vez más las grandes mayorías que lo producen todo tienen cada vez menos.

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