Ing. Macri, ud. lo sabe: el salario no es ganancia

El Presidente encabezó un acto en el que informó que el nuevo mínimo no imponible para el pago de Ganancias será de 30 mil pesos brutos y será retroactivo al 1° de enero. El anuncio, se llevó a cabo en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, con la asistencia de integrantes del gabinete nacional y “dirigentes sindicales”, y duró apenas 15 minutos.

Mucho es lo que podrá escucharse ahora respecto a esto: que “heredamos” una variación insuficiente y desprolija de los parámetros de Ganancias; que el peso del impuesto, medido como porcentaje del ingreso, es cada vez más elevado para las personas alcanzadas; que hubo un decreto del año 2013 que ancló en las remuneraciones cobradas entre enero y agosto de ese año los criterios para la definición de quiénes pagan y quiénes no; que eso provocó fuertes inequidades; que hoy no tributan personas que ganan más que otras que sí lo hacen;  y que gran parte de quienes están alcanzados deben tributar con las alícuotas más altas, aun cuando sus ingresos no mejoraron, o incluso se redujeron en términos de poder de compra respecto de años anteriores…

Más allá de todos los sesudos análisis que podrán revolearnos por la cabeza de ahora en más -como lo hicieron antes- (muchos basados en “verdades” a medias), lo que no aparece en escena, claramente, es lo que venimos sosteniendo los trabajadores desde hace años: el salario no es ganancia.

Estel impuesto al salario es denominado grotescamente “impuesto a las ganancias”. porque pretenden seguir ocultando –justamente- que el salario NO es ganancia, sino una pérdida para los trabajadores, debido a lo que se apropia cada patrón de lo que generamos con nuestro trabajo.

Menem, Cavallo y De La Rúa lo promovieron cada uno en su momento hasta que se terminó aplicando al salario de todos los trabajadores; el mismo impuesto que luego fue sostenido (y profundizado) por las 3 administraciones Kirchneristas y ahora con Macri.

El objetivo de todos estos gobiernos burguesesy  sus secuaces es sacarnos la mayor cantidad de plata posible como sea, concentrándola cada vez en menos manos, para achatar nuestros salarios y subsidiar las ganancias de las empresas.

Todos se han escondido bajo el argumento de que “en todos los países del mundo se paga”, no haciendo referencia quiénes son los que lo pagan, ni sobre qué valores es que se paga.

El objetivo de los monopolios es uno solo: perpetuar y generalizar este impuesto a todos los trabajadores. Hoy lo pagan en nuestro país casi dos millones trabajadores.

Sostienen y continúan haciendo un negocio redondo que muestra al servicio de quién está el Estado: primero disminuyen directamente nuestro salario; después las empresas retienen ese descuento y reciben intereses por esa plata; para luego, cuando el Estado recaudó esa masa de dinero, la “devuelve” a las grandes empresas convertida en subsidios, préstamos (a bajo interés), y otros mecanismos financieros.

Es un verdadero robo que paguemos con parte de nuestro salario el descalabro que provoca el sistema capitalista.

Las “dirigencias sindicales”, sentadas armoniosamente hoy junto al presidente Macri, hacen y harán lo de siempre: junto a los monopolios y su gobierno, tratando de montarse sobre los reclamos genuinos para intentar tapar el protagonismo que ya tenemos los trabajadores, que es el que verdaderamente decide y puede cambiar este estado de cosas.

Por eso no nos cansaremos de decir que en nuestras manos está la resolución de este flagelo a nuestros bolsillos. Multipliquemos las movilizaciones y reclamos en cada lugar de trabajo contra este impuesto. Agrandemos y extendamos la unidad lograda en el plano nacional y local.

No les demos respiro a los monopolios y su gobierno. Obliguémoslos a dar un paso atrás. Arranquémosles esta demanda y tomémosla como un nuevo piso para mayores reclamos y nuevas luchas. El sistema capitalista nunca nos brindará los objetivos de dignidad que tenemos como pueblo.

Impongamos definitivamente una sociedad en donde el trabajo, en función de la sociedad, libere al hombre de impuestos, que sólo favorecen a los que más tienen, que son siempre a los mismos.

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