No hay que quitarle mérito a la “creatividad “de la clase dominante. Resulta que ahora la política del gobierno es “gradualista”, unas semanas atrás era de “shock” y así caracterizan la conducta de una clase. En verdad una “creatividad” que incluso les crea dificultades a una parte de ellos mismos para entender este simplificado “jeroglífico”.
Entendemos que la política burguesa tiende, por sobre todas las cosas, a ocultar los intereses de clase en pugna y mucho más cuando en épocas de crisis ello se profundiza.
No hay política de “shock” cuando meten el tarifazo en las próximas boletas ni “gradualismo” cuando se trata de achatar el salario y disciplinar al asalariado. Son medidas sujetas a la lucha de clases y este gobierno está entendiendo a los golpes que es así.
Los gerentes de las multinacionales, los empresarios sindicales, los gobernadores, los intendentes, en fin todo el aparato del Estado Burgués saben cuál es el verdadero estado de ánimo del proletariado y el pueblo, y si bien la lucha de clases se extenderá hasta la definitiva erradicación de las mismas, el día a día de la misma, pesa de sobremanera en toda decisión que debe tomar el gobierno.
Nadie cree en las promesas de los políticos, pero a decir verdad el grado de idas y vueltas para fijar tácticas es verdaderamente bajo. Comienzan a entender que los negocios hay que hacerlos, no pueden esperar y en ello avanzan; pero el costo que están pagando y lo que promete pagar es demasiado alto.
Cuando la vice presidenta sale a decir que la política será” gradualista”, cosa ingenua y absurda, lo que están planteando es que lo que quisieran hacer no lo pueden hacer como ellos quisieran, nada más y nada menos que eso. Pero atención, para los revolucionarios no es una frase más, el reconocimiento de que ellos quisieran gobernar como antes y no pueden es toda una definición para la época histórica que se está abriendo.
En este marco del enfrentamiento de clases, ni ellos pueden gobernar como quisieran ni la clase obrera y el pueblo pueden concretar sus aspiraciones políticas como quisieran.
No hay shock ni gradualismo departe de la clase dominante, ni hay aún una alternativa revolucionaria de masas que pueda concretar las aspiraciones de una sociedad distinta capaz de resolver los problemas básicos de dignidad del Hombre.
La clase dominante putrefacta lucha por sostenerse en los marcos estrechos del sistema capitalista; el proletariado y todo el pueblo luchan por robustecer los embriones revolucionarios que se desarrollan con relativa rapidez.
Declararse “gradualista” para ésta administración es reconocer que enfrente hay una clase y ningún vocabulario facilista frenará lo que de hecho les está creando grandes dolores de cabeza.
En pocos días más con el comienzo de clases, con la inflación imperante, la llegada de las nuevas tarifas y el dinamismo de la lucha adquirido, pondrán en evidencia las dificultades políticas del poder burgués para dominar como quisieran dominar, y del lado de la revolución poner sobre la mesa al verdadero protagonista del cambio: el pueblo; la viabilidad de seguir robusteciendo la aparición de una alternativa política nacional capaz de dirigir toda la acumulación hacia la lucha por el poder.