Venimos sosteniendo que la estrategia de la burguesía monopolista enla Argentina, como en el resto del planeta, es reducir la masa salarial como único modo de sostener la alicaída tasa de ganancia.
En nuestro país, la clase dominante y su gobierno están haciendo un “juego de pinzas” sobre el salario de los trabajadores. Con el levantamiento del cepo cambiario se produjo una devaluación que llevó el precio del dólar a 13,50 en promedio; ayer el dólar cerró a 16,09 y los voceros de las finanzas no se ponen colorados al anunciar que debería llegar a 18/19 pesos para finales de marzo. Estamos hablando de una devaluación de más del 100% de los ingresos del pueblo trabajador que tiene su correlato en la subida incesante de precios, sobre todo de los alimentos, que pulveriza cotidianamente los pesos que poseemos.
No es casualidad que visto los primeros cierres de paritarias, en los que se rompe el techo del 20/25% que era la intención del gobierno macrista, la burguesía acelere la devaluación del peso lo que significa ir “descontando” los futuros aumento salariales. Esto quiere decir que los salarios nominales que aumentarán en pesos seguirán costando lo mismo o menos en dólares para que, como decíamos, el costo salarial de la oligarquía financiera en la Argentinase siga achatando.
La otra parte de esta estrategia es el chantaje de los despidos y las suspensiones. Como siempre hizo la burguesía, esta amenaza tiende a que discutamos “preservar la fuente de trabajo” antes que los aumentos salariales. En este sentido, la burguesía cuenta con el siempre rápido e inestimable auxilio de las corrientes populistas y reformistas que se desgañitan agitando los despidos y las suspensiones y “compran” el paquete afirmando que, en esa realidad, es imposible luchar por aumentos salariales.
Hay que tener muy claro que la devaluación y los despidos son parte de una misma política. Cuando el capitalista no puede bajar el costo salarial pagando menos salarios, lo hace achicando la cantidad de trabajadores a los que les debe pagar con el consiguiente aumento de la explotación de los que quedan ocupados que deberán producir lo mismo o más con menos mano de obra. Porque de lo que se trata, en definitiva, es si la burguesía logra hacer caer el peso de sus crisis sobre las espaldas de los trabajadores.
Entonces, la lucha por aumento salarial incluye la lucha contra los despidos y no que la lucha contra los despidos reemplaza luchar por aumentos. Al ser parte de una misma política de los monopolios, los trabajadores debemos tener la convicción que luchamos porque nos aumenten el salario y, además, para que todos sigamos trabajando al fin de evitar mayor explotación. Si caemos en la trampa de la burguesía, no sólo que vamos a dejar para “mejores momentos” el reclamo salarial sino que, además, le vamos a prestar colaboración a los capitalistas.
La política independiente del proletariado debe ir por su propio camino y no por el que intenta marcar la burguesía.
Ese camino implica que tengamos claro en qué terreno se está dirimiendo la lucha de clases y, precisamente, que lo que tenemos enfrente es una lucha de una clase contra otra.
Debemos luchar contra toda la burguesía y su política, lo que implica que ya la lucha del proletariado no puede ni debe quedar encerrada sólo en el reclamo o la reivindicación puntual de cada sector, sino que debe ser una lucha que asuma, desde el vamos, que hay que intensificar la unidad de la clase y de ésta con el resto del pueblo.
Porque es en el terreno político donde debemos presentar las batallas que nos permitan ir generando mejores condiciones para la lucha salarial, por la condiciones de trabajo y porque no se produzca un solo despido, al tiempo que vamos ganando terreno en la lucha de fondo que es ir generando un potente movimiento político del proletariado que se convierta en una referencia política para el conjunto de los sectores populares.