El descontento del pueblo fractura a la burguesía como clase

Siempre afirmamos cuando caracterizamos la actual etapa del capitalismo que, entre otras cuestiones, la oligarquía financiera, si tiene algo distintivo, es su enfrentamiento intermonopólico que la llevó a nivel planetario a un estadio de anarquía del que ya no puede volver atrás.

En tal contexto, nuestro país, lejos de estar por fuera de tal anarquía más bien diríamos que es un claro ejemplo de ello, donde no es descabellado afirmar que es uno de los escenarios en el mundo donde más claramente se expresa tal situación.

También dentro de nuestra caracterización en relación a la lucha de clases en Argentina afirmamos que los dos aspectos centrales que la caracterizan es la profunda crisis política de la burguesía, por un lado, y la ausencia aún de una alternativa revolucionaria, por el otro, que despunte como el verdadero cambio para nuestra clase obrera y el pueblo. Haciendo la esencial distinción que la lucha de clases cada día se tensa más y más donde los latidos revolucionarios, producto de la tenaz lucha de nuestro pueblo, cada día son más firmes y potentes. La revolución tiene vida, mientras el capitalismo envejece.

En tal contexto algunos de los interrogantes que surgen es si la actual coyuntura dentro de las diputas interburguesas con las nuevas medidas que aspira tomar el gobierno y las trabas que le ponen sus “opositores” burgueses es producto de la guerra de intereses o de la profundización de la crisis política del sistema producto de la lucha de masas.

Claramente nos inclinamos por esto último, por varios aspectos, pero el principal es que la burguesía en política siempre actuó unificada en su afán de defender su dominación, pero, como en todas las guerras, cuando los resultados no son los queridos porque  el oponente aprieta (el pueblo) aparecen las fisuras y de ahí las grietas, y luego las culpas, lo que lleva a nuevas y más complejas contradicciones. Ellos le llaman ingobernabilidad.

El actual gobierno plantea: “necesitamos 6 meses”. Hablar de 6 meses en políticas de Estado es de un infantilismo y de niveles de improvisación que sólo son provocados por urgencias al grado que hoy piden 24 horas para que el Congreso les apruebe el pago a los fondos “buitres”, y volver así “a los mercados internacionales de crédito….es nuestra llave para reactivar la economía”. La “oposición” parlamentaria les pide tiempo y tras cartón plantean: “revisen el impuesto a la ganancia en salarios y acuerden en la coparticipación en las provincias”.

¿Es esto disputa acaso de intereses burgueses o un sector de la burguesía siente la presión de las masas? No es casual las afirmaciones públicas de Duhalde cuando dice: “Puede suceder algo similar al 2001. La gente no llega al día 20”. ¿Está dispuesta la burguesía a afrontar homogénea y como clase para avanzar en el ajuste como quisieran el gobierno? Sin hilar tan fino, dentro del propio gobierno ya aparecen las fisuras producto de las urgencias, y por consiguiente, más improvisación (tengamos en cuenta que apenas son 80 días del nuevo gobierno‼!). El enfrentamiento entre el Banco Central y Economía, no se hizo esperar: Sturzenegger subió las tasas de interés y se le descomprimió el dólar a $13.-; pero el objetivo era de $ 14,40.- para achatar salarios y controlar la inflación, para lo cual bajó abruptamente las tasas de interés, el Banco Central no intervino, y el dólar se les disparó hasta casi $ 16.-. Un sector del gobierno, incluido Macri, puso el grito en el cielo porque “con un dólar así se nos vuelve a disparar la inflación” (?). La suba del dólar obligó al Banco Central a intervenir vendiendo dólares, y perdieron más reservas. Hicieron lo mismo que le criticaban al gobierno anterior.

En él mientras tanto, el gobierno con las paritarias en puerta, siguió tirando el fantasma de los despidos: que los estatales, que los ñoquis, que la recesión, que la industria automotriz cayó en productividad pero creció en ventas…. ¿con cuál de todas las mentiras nos quedamos?

Y así, un rosario de cosas, pero en realidad lo que hace es apelar al terrorismo del desempleo para meter miedo y condicionar la disputa salarial. Pero en concreto, entre las medidas de ajuste, la inflación, y las urgencias de pagar para luego pedir (U$S 15.000 millones de dólares) es toda la actual propuesta de gobierno.

Esto, en un mar de descontento generalizado de nuestro pueblo, con 8 provincias que no comenzaron las clases, con multitudinarias movilizaciones silenciadas por la prensa, pero que igual no pueden frenar la vida real.

A lo cual habría que agregar que no aparecieron las discusiones salariales en las ramas centrales de la producción. Así y todo, los trabajadores de Fernet Branca conquistaron con amenazas de medidas de fuerza un 42,6% de aumento, y otras empresas ya comenzaron con reclamos salariales por fuera de los gremios y asambleas para plantarse en contra del impuesto a la ganancia a los salarios, ya que está el decreto pero no están los recibos de sueldo con los descuentos; otra próxima gran batalla.

Ha habido despidos, sí, pero en este contexto de una marejada revuelta donde la burguesía está miope, mira hasta donde le da la vista y no puede leer la magnitud de la erosión que tiene el sistema por el descontento que hay en las masas.

Tienen osteoporosis, y cualquier golpe los fractura. Es por eso que estas situaciones de despidos son efímeras. Es importante tener claridad y convicción de que en qué situación nos encontramos.

Estamos en puertas de una nueva etapa de la lucha de clases y de la lucha política.

La crisis económica de los negocios de la burguesía se profundiza y la crisis política de su propia súper estructura, divide a la burguesía por el temor a la respuesta de nuestro pueblo, donde ya aparece la disyuntiva de que si el país estalla quién le pone el cascabel al gato.

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