Gran paso dado en el camino de la unidad de los obreros y trabajadores en general hacia la conformación de una fuerza de clase que enfrente al sistema capitalista de la burguesía, es lo que destaca la nota de ayer lunes publicada en esta misma página.
Sin esa fuerza material es imposible la conquista revolucionaria del poder para la construcción del socialismo, a la vez que se hace más dificultoso el camino y la acumulación de las fuerzas necesarias para el tránsito hacia ese objetivo.
Porque la burguesía nos enfrenta como clase y como clase expropia en beneficio propio todo lo que los proletarios y pueblo en general producimos y generamos con el trabajo y el esfuerzo diario.
La lucha de clases no es lo mismo que lucha antipatronal (término acuñado por el reformismo y el oportunismo electoralista). La lucha antipatronal achica la visión y la dirige contra el patrón inmediato a la vez que fomenta una concepción gremial y mantiene la división entre trabajadores de distintas ramas o especialidades obstaculizando el encuentro de intereses comunes entre miembros de la misma clase. La lucha antipatronal no incluye los aspectos ideológico y político, por lo que no es suficiente para la lucha por nuestra liberación definitiva dado que limita nuestra visión. Es no arrancar el velo de la verdadera expropiación de clase que la burguesía (sobre todo la oligarquía financiera dueña de los monopolios) ejecuta contra todo el proletariado y el pueblo laborioso de nuestro país. Al contrario, la visión de la organización de la lucha de clases supera el límite de la lucha contra el patrón y se remonta a la contienda contra toda la burguesía, sus instituciones y su ideología. Más bien, la lucha contra el patrón es expresión particular y limitada de la lucha de clases en general que, como se dijo, es mucho más amplia.
Porque la ganancia media del capitalista individual o de cada capital de por sí, se determina no por el trabajo excedente que este capital se apropia de primera mano en su empresa, sino por la cantidad de trabajo excedente total de todo el país que se apropia el capital en su conjunto y del que cada capital especial, según su tamaño, se limita a cobrar sus dividendos como parte porcentual del capital global de toda la nación.
Sobre la comprensión de este mecanismo real del sistema capitalista de producción cobra sentido la necesidad de organizar la lucha de clases y por ende, de la unidad del proletariado, los trabajadores y pueblo en general para enfrentar a la burguesía como clase expropiadora y parásita que sostiene el sistema capitalista que la enriquece a costa del sacrificio de las grandes mayorías.
Parados sobre este concepto central, es deber de los revolucionarios llevar esta visión a cada fábrica, empresa, escuela, o centro laboral para desarrollar y generalizar nacionalmente este primer gran paso dado en la unidad de la clase que nos liberará de los expropiadores de nuestro pueblo.
En ese marco, cada lucha por aumento de la masa salarial en contra de la intención de la burguesía monopolista de bajarla permanentemente, es una lucha de clase contra clase y, por lo tanto, tiene un carácter político nacional y liberador de los explotados y oprimidos.