La situación de nuestro país expresa un escenario político sumamente confrontativo y definitivamente más agudo, frente a las políticas de la burguesía monopolista y su gobierno de turno.
La lucha de clases ha entrado en un nuevo escalón que, sobre la base del enfrentamiento, avanza en hacerlos retroceder este es el marco general, que no sólo significa frenar sus políticas de ajuste sino avanzar en más conquistas. Pero además se traduce también -como un rasgo cualitativo de la situación- que lejos de acatar el disciplinamiento que la burguesía monopolista pretende, la lucha de los trabajadores y el pueblo (multiplicadas por miles) está quebrando todo intento de apechugamiento y extorsión a los trabajadores, socavando la política que los monopolios (de la mano de los sindicatos a su servicio), están pretendiendo imponer para profundizar la explotación y el sometimiento. Es decir: la presión que han querido imponer con los “despidos” y “el cuidemos la fuentes de trabajo”.
Paros, tomas de fábrica, movilizaciones, acción directa, unidad asamblearias y mítines de obreros y trabajadores de diferentes fábricas se repiten, crecen día a día y ponen en evidencia que esta situación es determinante de todo el marco político en que se desenvuelve la lucha de clases en nuestro suelo.
Las conquistas de los trabajadores de Unilever la semana pasada y las de los trabajadores de estatales y auxiliares y personal no docente de Lomas de Zamora ayer mismo, después de realizada la toma del jueves en La Plata, son un botón de muestra de lo que sucede. Por medio de asambleas y acciones directas, con tomas y movilizaciones, los estatales lograron el reintegro de los descomunales descuentos salariales que han sufrido, sino que además van por aumentos salariales y porque se mejore la calidad de los alimentos que se dan a los niños en los comedores escolares.
Estas dos situaciones recientes, como también otras tantas situaciones más, marcan el camino en un escenario de lucha de clases que azuza desde su masividad y con su ímpetu al poder burgués, y que entra en una situación de mayor agudeza, partiendo de que estas fuerzas sociales y de clase fuerza con la acción directa tienen la decisión de ir por mas.
Estas características de la lucha de clases socaban el margen de expectativa que aun podía detentar el actual gobierno -si es que lo tuvo- que se desdibuja minuto a minuto en la misma proporción en que se multiplica masivamente el enfrentamiento. Crece su debilidad política y el aislamiento de la superestructura de “los de arriba” es cada vez más marcado. Caen en saco roto todos los intentos de generar alguna otra expectativa política, como por ejemplo el enfrentamiento K vs M, o cualquier otro intento que desde sus medios de difusión buscan presentar a la burguesía monopolista, -acérrima enemiga de los trabajadores y el pueblo- como buenos y malos, corruptos y no corruptos etc. etc.; mostrando abiertamente frente a la sociedad, con sus luchas intestinas, el grado de podredumbre al que han llegado los de arriba.
Los núcleos más lúcidos de la clase en el poder advierten el grado de debilidad que detentan y frente a cada anuncio del gobierno no dejan de mencionar en sus titulares que “el gobierno retoma la iniciativa política”.
El pez por la boca muere. Los anuncios de Macri de hoy se encuadran en esta sintonía y se inscriben dentro del marco de ajuste y tarifazos. Ésta, por ser la política de los monopolios, es su única iniciativa como clase, la que le garantiza sus negocios, lo demás es cháchara. Lo que viene hoy es populismo barato ¿acaso con el anuncio de un de salario mínimo vital y móvil de 7.600 se puede vivir? o ¿con 500 por única vez a los jubilados se les resuelve su situación? Sin embargo, aun con lo burlesco e irritante de estos anuncios (que en términos económicos representan una miseria y reafirman la política de los monopolios), en términos políticos expresan un intento desesperado en un escenario abiertamente desfavorable, apareciendo aunque más no sea con algún rasgo de gobernabilidad.
La lucha de clases ha entrado en un nuevo escalón, porque el carácter de la movilización asume un carácter político. No sólo podemos frenarlos, sino que estamos en condiciones de hacerlo. Este es un sentir que anida en cada expresión de lucha y es la base para profundizar la organización y el desarrollo de las propuestas revolucionarias, para constituir la unidad revolucionaria que encamine todo el torrente de luchas hacia la revolución socialista.