Pirro, el gobernante griego a quien se debe la expresión muy usada «victoria pírrica», participó en las guerras entre griegos y romanos que transcurrieron entre los años 280 a 275 antes de Cristo.
La mención de este gobernante viene al caso para describir justamente lo que es una «victoria» que significa, en verdad, una derrota, o lo que es lo mismo: ganar para perder.
Las cientos de movilizaciones y luchas que se dan a lo largo y ancho de todo el país fueron la acumulación que generó el gran acontecimiento de masas que se llevó a cabo el pasado 29 de abril.
La actitud de los popes sindicales montados sobre la misma, algunos de ellos diciendo que si no hay eco habría paro general, independientemente del cinismo de quienes dijeron tal cosa, pone al descubierto la trama de contradicciones y dificultades que el gobierno tiene no sólo para el achatamiento de los salarios y el sostenimiento de ese achicamiento vía el frustrado disciplinamiento de los trabajadores, sino para lograr la unidad política que necesita la burguesía monopolista para comandar la continuidad de sus negocios. En el mismo sentido, las paritarias negociadas ya no son más anuales y tienen plazos de meses, lo cual anuncia negros nubarrones para el mar tranquilo que podía haber imaginado la burguesía.
A pesar de ello, alentado por su visión de clase e impulsado por las necesidades de los negocios, el gobierno de Macri viene aplicando las medidas que su clase considera necesarias para bajar los costos de producción que pongan en competitividad a los productos fabricados en Argentina.
La baja de la masa salarial es lo esencial en este procedimiento, pero resulta que también se deben bajar variables económicas que impulsan a la inflación y que la burguesía monopolista quiere controlar para que el mar ya agitado de sus negocios no presente oleajes enormes en superficie que hagan zozobrar el barco. Ellos son el déficit fiscal, las altas tasas de interés, la emisión monetaria, etc.
Pero, como todas estas variables no son causas sino efectos, se genera la consecuencia de la frazada corta: si se tapan los pies se descubre la cabeza y viceversa.
Esto pasa, por ejemplo, con el aumento permanente de combustibles que para los bolsillos de los trabajadores y pueblo en general, se trata de otro mazazo vil que influye en todos los precios y valores de la canasta familiar, transportes de personas, etc., y todo lo que constituye el costo de vida.
La sociedad rural, impulsora de este gobierno, por su parte ha denunciado que el último 10% incrementado en este pasado fin de semana significan 500 millones de dólares más en los fletes, mostrando así, una vez más que, como dice el famoso dicho «bien me quieres, bien te quiero…no me toques el dinero».
Resaltamos la reacción de la sociedad rural, para demostrar que las medidas gubernamentales, lejos de dejar conformes a toda la oligarquía financiera, no hacen más que abrir nuevas grietas en su frente interno cada vez más deteriorado. Ya otros sectores habían ido cambiando la veleta tratando de despegarse del gobierno. Para el caso, podemos citar al diario Clarín y sus medios, al diario La Nación, y otras expresiones de la burguesía monopolista.
El alejamiento del massismo, aparentemente decidido a votar con modificaciones, a favor de la ley en contra de los despidos que ya tiene media sanción por parte del senado, obligarían a Macri a vetar la misma con el costo político que ello implica.
El tan temido giro a la derecha que vociferaban los populistas y reformistas prendidos a la teta del supuesto capitalismo humanitario, no es más que la debacle política del nuevo gobierno y el flagrante fracaso de un nuevo intento de encausar las voluntades populares bajo su férula.
El enfrentamiento de la burguesía monopolista contra su enemigo acérrimo de clase, la clase obrera y los sectores laboriosos del pueblo, trae inevitables consecuencias a lo interno de la propia clase dominante. Además, las contradicciones insalvables del sistema de producción capitalista basada en la propiedad privada y el fruto privado de la reproducción del capital, enfrentan a cada burgués con su propia clase. ¡Menudo entuerto tiene el sostenimiento del sistema!
Ganar para perder, al mejor estilo Pirro, es la «virtud» esencial que vienen mostrando los gobiernos de turno a cargo del Estado en nuestro país desde la nueva calidad de la lucha de clases adquirida desde el principio del siglo actual cuando la clase obrera y el pueblo comenzaron a transitar la búsqueda independiente de un camino propio a través de la autoconvocatoria.
La profundización de las luchas y la inserción del proyecto revolucionario (tarea indelegable de los revolucionarios) como única vía de salida a la actual situación impuesta por este moribundo sistema, exacerbará aún más las contradicciones de los enemigo opuestos y al interior de la clase dominante, al tiempo que solidificará la unidad popular dando materialización a la organización de masas necesarias para llevar adelante el proyecto liberador.
La burguesía monopolista, a medida que intenta sostener los porcentajes de su tasa de ganancia media que bajan irremediablemente por virtud del propio mecanismo interno de la reproducción del capital, se hunde más profundamente en el cenagal del epílogo de su sistema económico político.