La clase obrera en Comodoro Rivadavia hizo sentir su peso, y los gremios y el gobierno local se vieron en la obligación, prácticamente empujados, a decretar paro y movilización. Esto indica a todas luces cuál es el estado de ánimo de los trabajadores y el pueblo, y la identificación total del gobierno nacional de Macri en general, y las petroleras en particular, como los enemigos número uno hoy de todo el pueblo.
Tal es así que la movilización está ya considerada como la más grande de toda la historia de Comodoro Rivadavia, pues más de 50.000 trabajadores se hicieron sentir. Movilización que fue más allá de los petroleros, ya que participaron todos los sectores y los comercios que, por unas horas, cerraron sus puertas.
Este hecho no es menor. Adquiere una relevancia nacional, e indica, claramente, a los monopolios cuál es la respuesta que va creciendo de parte de la clase obrera y el pueblo a las medidas que está tomando la burguesía.
Los monopolios rápidamente acusaron el golpe, y la empresa petrolera PANAMERICAN dio la orden de poner en funcionamiento 41 equipos, 13 de ellos perforadores. El reclamo en contra de los despidos “por goteo”, en una actitud sistemática, resultaba intolerable para los trabajadores. Con estos equipos incorporados tendrán que reincorporar a todos los despedidos. A coro planteaban los trabajadores: “No vamos a ser la variable del ajuste”. Por otro lado, la recomposición salarial no es algo que quedó en segundo plano: los trabajadores tienen muy en claro que la implementación de los despidos por parte de las petroleras era precisamente para condicionar salarios.
Pero tales movilizaciones multitudinarias hacen recular a cualquiera, y los trabajadores de Comodoro así lo demostraron. El comodorazo, como ellos lo llaman, puso en condicionamiento a las clases dominantes. Este hecho trascendió a sectores como los metalúrgicos, UOCRA, y docente que jugaron un extraordinario papel movilizador.
Que esto sea silenciado es el signo más contundente del miedo que tienen, y es la demostración de la debilidad política que arrastran. Hecho que demuestra que si se generaliza la protesta a lo largo y ancho del país, el hacerlos retroceder en sus medidas, lejos de ser una pretensión idealista, se constituye hoy en la tarea del momento. Debemos darles un golpe tras otro, y que se les vuelva un infierno gobernar pues, lejos de la opinión de los “comunicólogos” de la burguesía, ingobernabilidad significa que no nos puedan seguir chupando la sangre como lo están haciendo. Naturalmente está muy lejos de romper con las cadenas de la explotación y la vida indigna que llevamos los argentinos, pero sí de colocarnos en mejores condiciones para ir por más.
Por ello, la tarea del momento es más organización por abajo, más unidad por abajo, e incremento del enfrentamiento y la movilización, en cuyo marco también se comienza a agudizar la lucha antiburocrática, pues este escollo que tiene la clase obrera hoy presenta condiciones para desmoronarlo.
La movilización de Comodoro no le cayó en gracia ni a los sindicalistas ni a los gobernantes que adhirieron. Simplemente no les quedó otra. Ese es el parámetro con el que hay que medir la situación política en todo el país, porque la hoguera de abajo les quema las patas al poder.