La clase obrera entrama su unidad desde el enfrentamiento

Multitudinarias movilizaciones, paros generalizados y la demanda de dimisión del gobierno títeres de Sipras en Grecia que ha formalizado la aplicación de un nuevo ajuste que profundiza aun más las penurias económicas de los trabajadores y el pueblo acrecientan la crisis política en Europa. El aumento del IVA de un 21 a un 23%, los recortes salariales, las rebajas a las jubilaciones, la reforma laboral y las privatizaciones son parte del paquete de ajustes que la oligarquía financiera en Grecia busca implementar en su intento de retrotraer las conquistas laborales alcanzadas por la clase obrera europea. El último paquete de medidas aplicadas en Grecia no sólo es expresión de la política de desguace de una nación entera, sino que se inscribe en el pantanal que ello significa para desarrollar sus planes, pues no hay marcha atrás ya que no sólo tiene enfrente el descontento, sino a quienes ya no tienen nada que perder.

No sólo es la clase obrera griega la que sale a las calles y paraliza el país por sus demandas.  Las conmocionantes luchas y movilizaciones en Francia, las huelgas en Italia, los paros en Eslovenia, en Bélgica, en España y en Portugal, inclusive la  propia situación de Inglaterra a pocos días del referendo por la separación o permanencia dentro de la CEU, están sedimentada por la respuesta  frente a los ataques a las conquistas laborales y salariales por parte de la voracidad de la oligarquía, que condicionada por la crisis, y la generalización que la lucha de clases le impone no hace más que ver trabada la profundización de sus iniciativas por los nuevos negocios globales y las alianzas de intereses monopolistas que intentan en función de ellos. Pero, a su vez, como un azote de puntas cada vez más afiladas se ve obligada  no sólo a la  creciente extensión del enfrentamiento a sus planes sino, nuevos grados de organización y unidad internacional de la clase obrera.

Enfrentando sus planes permanentemente, la trama de intereses ungidos por los monopolios como los únicos objetivos válidos para toda la sociedad europea, perfilados como un centro hegemónico en la llamada Comunidad Económica europea entran en contradicción con las propias reglas de juego impuestas a los pueblos  y el hartazgo y la movilización los divide y atomiza,  quebrantando la trama de sus negocios y obligándolos a sostener los mismos en un marco cada día más controvertido y desfavorable para la realización de la ganancia. La implementación de las reformas laborales es una elocuente muestra de ello. Montados en reglas de juego sumamente destructivas para  la propia comunidad que ha querido construir, la oligarquía no ha hecho más que trastocar el sustento político de la trama de sus intereses monopolistas en una espada de Damocles que frente a cada medida tomada responde cada día más incisivamente.

La lucha de los obreros portuarios que se profundizará según propias palabras “hasta que no se dé marcha atrás”  en Grecia llevan más de 20 días de paro contra la privatización de áreas portuarias estratégicas como son las regiones de Atenas y Chipre para el comercio marítimo, el transporte y el ingreso de mercadería. Que el gobierno de Sipras ha entregado a Cosco, una corporación monopolista de origen chino 4° en el mundo por el volumen de carga que traslada y 2° por la dimensión de su flota marítima por módicos 500 millones de euros, pretende hegemonizar el transporte marítimo en el mediterráneo y que trae bajo la manga las reformas laborales que repudian los estibadores.

En un clima signado por constantes movilizaciones populares que demandan la renuncia del actual gobierno griego, la oligarquía en Europa no sólo se enfrenta al descontento generalizado expresado en las calles de Grecia sino a la extensión de la movilización y los paros en diversas regiones de Europa.  Al mismo tiempo que los estibadores en Francia confluyen con la imponente movilización de la clase obrera  en su propio suelo van entramando la propia lucha contra las reaccionarias leyes de reforma laboral impulsadas por el gobierno de Hollande,  a las desplegadas en Grecia, Bélgica, Portugal y Eslovenia que avanzan con paros y movilizaciones no sólo en el marco de sus fronteras geográficas sino extendiendo  abiertamente su lucha contra los monopolios que en el marco de una pretendida Europa unida que no es tal, deja al desnudo que la clase obrera teje por abajo mucho más consistentemente su unidad, que las alianzas monopolistas que pretenden hacer grandes negocios montados en una  feroz contienda por la ganancia. La lucha de los obreros griegos se ve fortalecida por la decidida movilización en Francia cuyos obreros han declarado abiertamente el total respaldo a los portuarios y el pueblo griego. Al mismo tiempo que se aúnan como clase se va rompiendo con todos los condicionamientos inescrupulosos de la oligarquía, con la cada vez más difícil centralización de su dominación, con el oscurantismo que el capitalismo significa como freno a su dignidad humana.

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