En una de las notas publicadas en esta página el día de ayer, se hacía referencia a una definición del presidente Macri en una de las entrevistas dadas en los últimos días. Allí, Macri, una vez más, hace un guiño a los empresarios al tiempo que ataca a los trabajadores (como ya lo hiciera en su discurso del 9 de julio), reclamándole a los jueces que vuelquen la balanza un poco a favor de los empresarios y no tanto para el lado de los trabajadores.
En el mismo día de ayer, el diario La Nación publica un editorial con el título “Un cambio indispensable en las relaciones laborales”. En dicho editorial, el citado diario hace de vocero de Macri y argumenta sobre lo que es un objetivo de la burguesía monopolista en todo el mundo: seguir flexibilizando las condiciones de trabajo para garantizar el abaratamiento salarial.
En primer lugar la nota hace referencia a la herencia recibida. Primera mentira. Ninguna empresa vio melladas sus ganancias por ninguna medida del gobierno anterior; las leyes de flexibilidad laboral impuestas en los 90 y en el gobierno de la Alianza (Ley Banelco mediante) no fueron modificadas ni en un punto ni en una coma por el gobierno kirchnerista. Así, las ganancias empresariales fueron multimillonarias en los doce años de esa gestión, al tiempo que las conquistas que supieron obtener los trabajadores fueron producto de la lucha y la organización propias y no regalo de nadie, como fueron las paritarias.
El artículo sigue con los conocidos objetivos y reclamos de la clase burguesa en pos de obtener beneficios a la hora de la contratación laboral, a saber:
– Garantizar que las normas laborales “alienten la inversión sin afectar la productividad”
– Liberar aun más de impuestos y cargas a los patrones.
– Que la negociación de salarios y condiciones de trabajo “tenga en consideración la productividad y los límites y posibilidades de cada empresa”
– Alentar los “períodos de prueba, el contrato de plazo fijo flexible y otras formas de contratación modulares…para la reducción de los costos laborales”
– Profundizar “la multifuncionalidad, la polivalencia funcional y la jornada variable o flexible”
– Otorgar “premios” a quien “genere nuevas oportunidades de empleo, por ejemplo, con la reducción o el diferimiento de las cargas sociales”
Hasta aquí, como decíamos, todo lo conocido en lo que respecta a las intenciones de la burguesía monopolista de reducir sus costos, léase la masa salarial.
Pero el artículo incorpora dos nuevos “reclamos”. Uno es que la indemnización por despido se reemplace por un sistema contributivo en el que el propio trabajador debería aportar; de esta manera los asalariados cotizarían mensualmente para garantizar su propia indemnización. El segundo es que en los acuerdos de salarios y condiciones laborales sean priorizados los realizados a nivel de empresa. Y citamos textual: “la negociación descentralizada debe ser un motor de la reformulación del modelo de relaciones laborales”.
Este último punto podría tener directa relación con lo dictado por la Corte Suprema de Justicia acerca del derecho de huelga; ese tribunal falló resolviendo que la huelga sólo puede ser ejercida por sindicatos reconocidos e inscriptos, prohibiendo ese derecho a grupos u organizaciones de trabajadores de base que, por fuera de los sindicatos o a pesar de ellos, ejerzan la lucha y la organización por sus demandas y derechos.
En la década el 60, experiencias como las de Sitrac y Sitram, los sindicatos por empresa de Fiat Concord y Materfer respectivamente, fueron un mojón en la historia de la lucha revolucionaria de la clase obrera argentina plantando bandera respecto a los derechos políticos; los trabajadores de esas empresas echaron a las burocracias encaramadas en la conducción y protagonizaron un proceso de luchas y organización independiente que luego irían convergiendo con el movimiento sindical clasista.
Ahora pareciera que la burguesía busca “curarse en salud” y, luego de limitar el derecho de huelga a los sindicatos, arremete nuevamente con la negociación por empresa, en un intento por aplicar en concreto y en cada lugar específico sus condiciones de explotación.
Por otra parte, el intento también busca tirar a la baja el promedio salarial que la burguesía paga en su conjunto, dado que empresas que se vean obligadas a ceder más porcentaje serían compensadas por porcentajes menores que se pagarían en otras empresas, donde la organización obrera no esté en condiciones de imponerse en la lucha.
Lo que dice el artículo mencionado, es seguramente la expresión de un sector de la burguesía que intenta reflejar el interés de todos los monopolios; pero se trata de una muy vieja fórmula que se ha dado la cabeza contra la pared en incontables veces y que hoy, llega tarde. Quizá puedan “escribir” estas reformas (lo cual es difícil en sí) pero las dificultades las tendrán si intentan implementarlas.
Porque para llevar adelante una reforma laboral de este tipo se necesita una ancha espalda política, cosa que este gobierno no tiene, cosa que sufre y padece. Estamos en un momento de la lucha de clases en donde la burguesía tomará medidas indefectiblemente «sucias» y que no podrán entrar por “la puerta grande del engaño”.
Nos tiran con todo enumerando sus objetivos, para ver qué de todo se puede conseguir después… Vienen por más precarización (asentada en contratos basura) y por modificaciones en el sistema indemnizatorio (que no es muy diferente al que ya existe en la construcción con la «libreta de fondo de desempleo»). Pero todo esto ocurre en el medio de una marcada acción de los trabajadores, en ascenso con sus luchas, sus reclamos y sus organizaciones. La burguesía sabe que hoy la lucha de clases va para adelante y que no retrocede.