El blanqueo de capitales es mayor enriquecimiento para la burguesía y disminución de ingresos para los trabajadores y el pueblo.
Ayer arrancó el blanqueo de capitales que el gobierno y vastos sectores de la burguesía vienen anunciando con expectativas pretendiendo que las mismas se contagien a toda la sociedad como parte de una fórmula que presentan con supuestos beneficios de prosperidad para el pueblo.
Dicen: Los capitales vendrán y entonces los proyectos denominados de reparación histórica para jubilados se hará realidad. Ello va a incidir en mayores disponibilidades de dinero para compra de bienes y así el mercado interno se reactivará. Al reactivarse el mercado interno se fomentará la producción dada la mayor demanda. Con mayor producción habrá más trabajo y bla, bla, bla…
La realidad es muy otra:
El blanqueo de capitales no es más que el perdón fiscal para la oligarquía financiera y capitales en general, cosa de la que no gozamos los trabajadores, porque nuestras deudas nadie las perdona. Cuando no pagamos algo nos ejecutan judicialmente y se apoderan de los bienes que hemos puesto en garantía y cuando no hay respaldo nos embargan el sueldo.
El supuesto beneficio que el blanqueo significa para el pago de la deuda histórica a jubilados, es una enorme mentira, ya que el plan de reparación histórica es un desvergonzado fraude que se basa en el recorte de la deuda previsional que el Estado tiene con millones que sólo perciben magros haberes mientras consumen sus últimos años de vida. Los mecanismos creados al efecto (consultas a través de internet, generación de claves, etc.,) no son más que nuevas demoras y complicaciones para alargar cínicamente el paso del tiempo mientras se perjudica a la gran masa de jubilados y engaña con la actualización de haberes a unos pocos, previo recortar a través de un «acuerdo» el monto que le correspondería percibir.
Si hay una pequeña parte de jubilados que aumentará su percepción mensual habiendo renunciado previamente a la gran masa de dinero que le hubiera correspondido percibir, no será nunca suficiente para reactivar ningún mercado interno. Y en el supuesto caso que lo hiciera, tampoco es beneficioso para el pueblo, porque la circulación de ese monto termina, como siempre, en manos de los monopolios (empresas y bancos).
Por su parte, como ha ocurrido hasta nuestros días, el fomento de la producción con el nivel de sueldos bajos que se ha instalado en el país y que profundizó aún más la devaluación, la brutal inflación y los tarifazos, sólo beneficia a los grandes capitales monopolistas y no incide en una mejor vida para los trabajadores y el pueblo. Porque lo que nos proponen a nosotros con dar más trabajo, es en realidad lo que ellos necesitan porque de la explotación del trabajo ajeno es de donde obtienen sus ganancias. Nosotros preferimos mayores ingresos y menos trabajo individual. De eso nadie habla y, sin embargo, es la única manera como puede mejorarse la vida de la población laboriosa que, por otra parte, no sólo necesita de mayor obtención de bienes materiales que cubran nuestras necesidades elementales, sino también de proyectos individuales y sociales, tiempo en familia, actividad creativa y cultivo espiritual del cual disfrutar.
Tal como todas y cada una de las medidas que vienen tomando: devaluación, aumento generalizado de precios (inflación), recortes en las condiciones de trabajo, tarifazos, eliminación y disminución de impuestos y retenciones a productos agropecuarios y mineros, subsidio a los precios del petróleo para igualarlo al valor mundial, etc., se deciden a favor de las ganancias de los monopolios, mayor concentración y centralización de capitales a costa de la eliminación violenta de los pequeños y, por sobre todo, en desmedro de la masa salarial de la población laboriosa.
Todos las leyes, iniciativas y disposiciones con las que se otorgan más beneficios a los grandes capitales vienen acompañadas de discursos mentirosos que hablan de beneficios para los trabajadores y el pueblo.
Las cadenas de una existencia agobiante y llena de frustraciones, carente de los medios de vida indispensables y de la perspectiva de una salida a esta situación, son más efectivas que la roca más pesada que podamos imaginar atada a nuestros pies.
Cada vez es más claro que esto así no da más y que tenemos que poner un freno contundente al saqueo que venimos sufriendo desde hace años y que en los últimos meses se ha profundizado, secando nuestras vidas. Hay que seguir enfrentando estas políticas pro monopolistas y, en ese camino, organizarnos para ir preparando el movimiento insurreccional obrero y popular que termine de una vez por todas con el poder de la oligarquía financiera y sobre sus ruinas se levante la sociedad socialista que nos permitirá crecer como seres humanos libres.