La burguesía monopolista se llena la boca con la democracia porque cada tantos años convoca a votar y así “elegir” a los gobernantes de turno. Lo que hagan luego en el gobierno, es otro cantar.
Podríamos enumerar ejemplos de lo que decimos como para llenar varias enciclopedias. Pero vamos a tomar un caso de plena actualidad que pone blanco sobre negro el problema.
La mina Veladero en San Juan, explotada por la canadiense Barrick Gold, está contaminando acuíferos, ríos, montañas, tierras productivas, con el único fin de sacar todos los minerales que tengan que sacar en su carrera de acumular capitales para luego “levantar campamento” y dejar como herencia solamente contaminación y despojo. El medio ambiente no cuenta a la hora de conseguir los minerales. Los derrames de cianuro producidos en 2015 y 2016 así lo ratifican. No se trata de “malas prácticas”; se trata que la minería a cielo abierto inevitablemente produce, por el propio modo de explotación, la contaminación de todo lo que rodea a la mina.
El pueblo sanjuanino, en particular el de Jáchal, ciudad cercana a las instalaciones mineras, viene luchando desde hace años contra la minera, los gobiernos y el Estado. Como en otras provincias, son los pueblos y su decidido enfrentamiento los que luchan contra trasnacionales que enseñorean su poder por todo el planeta. Los gobernantes y todas los estamentos estatales son “socios menores” de estas empresas que cumplen su papel al pie de la letra y defienden a las mineras como la salvación providencial que traerá progreso y prosperidad, mientras llenan sus cuentas bancarias con las migajas que les tiran las empresas.
En el día de ayer, la Asamblea “Jáchal no se toca” tomo la Municipalidad de esa ciudad luego de que se conocieran análisis que detectaron altos niveles de mercurio, aluminio y manganeso. El Estado reaccionó como debe ser: rodearon el edificio con la infantería y prohibieron el ingreso de alimentos y bebidas para los ocupantes. Sin embargo, tanto los que están adentro como afuera de la municipalidad, tienen la firme decisión de sostener la medida hasta encontrar respuestas efectivas.
Mientras tanto, la vicepresidenta Michetti viaja por tierras canadienses para buscar nuevas inversiones en minería; como para darle un marco de espectacularidad, Michetti declaró: “Queremos liderar el armado de una especie de OPEP de los países productores de minería”. El único comentario que haremos sobre tan grandilocuente testimonio, es que la burguesía argentina no ahorra esfuerzos a la hora de demostrar su mediocridad.
Volviendo al tema principal. ¿Qué democracia es que todo un pueblo esté luchando contra la contaminación de una minera y la vicepresidenta del país esté al mismo tiempo rindiendo pleitesía a la multinacional cuestionada? ¿Antes de viajar a Canadá, se preocupó la Señora vicepresidenta en tomarse unas horas para viajar a San Juan y escuchar a los pobladores que debieron recurrir a la toma de la municipalidad para que su reclamo sea atendido?
Este ejemplo pone blanco sobre negro a qué llama democracia la burguesía monopolista y qué es la democracia para el pueblo.
La burguesía, con la presunta legitimidad que le dan los votos, no ceja en sus esfuerzos por seguir concentrando y centralizando capitales sin importar si en ello va la vida de poblaciones enteras y, peor aun, desoyendo e ignorando las demandas populares.
Para el pueblo, la democracia es la acción directa que debe emprender para defender la vida misma sin más armas que su propia organización y decisión para enfrentar monumentales intereses económicos y políticos.