¿Qué oculta la burguesía cuando «habla» de Fidel?

Tras la muerte del Comandante Fidel Castro ríos de tinta, cientos de horas de televisión y radio, incontables notas y opiniones en portales de Internet, fueron utilizadas para comentar el suceso de la muerte de uno de los estadistas más lúcidos e influyentes de la lucha de clases mundial del siglo XX, que extendió su influencia aun al siglo XXI.

Se ha dicho de todo sobre Fidel; esto mismo comprueba que no ha sido posible ignorar su talla de político, intelectual, organizador, difusor, de las ideas y acciones de la revolución social.

Hombre de acción, tanto en el campo de batalla como en el campo del hombre dedicado a los asuntos de Estado, tanto en el plano nacional como internacional, emprendió un camino de desafíos durante toda su vida. El más importante, sin lugar a dudas, la construcción de la sociedad socialista en un pequeño país de América Latina como referente de una obra colectiva que la Humanidad de buena voluntad debe agradecer y aprovechar para el desafío que aun le queda por delante. El de terminar con el sistema capitalista.

La burguesía, sacando a relucir su carácter de clase intrínsecamente retrógrado y reaccionario en esta etapa de su senilidad, lo calificó de tirano, dictador, opresor de su pueblo. La misma burguesía que emprendió dos guerras mundiales en el siglo XX que significaron decenas de millones de muertos con el fin de dirimir intereses de su clase; la misma burguesía que durante ese siglo y este siglo realizó incontables invasiones militares y guerras de “alta y baja intensidad” (sin ir más lejos la guerra en Siria que está costando un verdadero asesinato en masa de vidas humanas); la misma burguesía que apoya y sostiene el régimen fascista del Estado de Israel y avala el genocidio y aniquilamiento del pueblo palestino; la misma burguesía que sostuvo y sostiene dictaduras como las de Arabia Saudita en la actualidad, y antes las de Mubarak en Egipto, la de Ben Ali en Túnez, la del Sha Pahlevi en Irán, y ni que hablar de las de América Latina; la misma burguesía que hoy atraviesa una crisis mundial que provoca fenómenos de los que ningún país capitalista se ve librado y aparecen cuestionamientos de los pueblos a una forma de organización social que no garantiza lo elemental a miles de millones de seres humanos en el planeta. Esa burguesía salió con todo su arsenal a tratar de desprestigiar a Fidel y a Cuba, a dar lecciones de moral y humanismo, al tiempo que está poniendo al planeta y a la Humanidad al borde del abismo, tal como lo comenzara a plantear el mismo Fidel hace más de dos décadas. Así la burguesía confirmó su odio de clase contra uno de los revolucionarios más trascendentes de la historia.

Qué decir de los otros. Los pequeños burgueses y supuestos revolucionarios que, tal como su origen de clase se los marca, reconocieron la obra de Fidel pero… En un ejercicio propio de comadres de barrio (y con el perdón de tan respetables señoras), se largaron a dar cátedra de revolución y a marcar los errores y límites de la obra revolucionaria de Fidel y de los revolucionarios cubanos. Sus sesudos  comentaristas pretendieron analizar la inmensa obra humana que significa realizar una revolución y emprender el camino de una sociedad sin explotadores ni explotados, echando mano a citas de libros, a la teoría fría y anquilosada por no haber sido nunca puesta en práctica para acometer semejante tarea. Tan pequeños burgueses son, y se sienten, que consideran que aludiendo a Trostky y a la revolución permanente (y aquí nuevamente, con perdón del revolucionario ruso) son capaces de criticar a Fidel como si les diera la talla para hacerlo. No han tenido nunca siquiera los principios que, como popularmente se dice, se tienen en el barrio: Los de criticar y marcar observaciones que respeten los principios revolucionarios y no tomen argumentaciones del enemigo.

O los otros que aprovecharon para volver con la siempre a la artera “diferencia” entre Fidel y el Che, olvidando que Guevara siempre fue, se sintió y demostró ser parte del Movimiento Comunista Internacional de aquella época y que sus opiniones siempre fueron realizadas en el marco del debate sobre la construcción de la sociedad socialista priorizando en todo momento su relación con el pueblo y dirigencia cubanos, y además con el aporte físico e intelectual a la causa revolucionaria. Nunca por fuera de ella.

Que decir de los populistas tan en boga por estas épocas, que admiran a Fidel y a Cuba desde sus poltronas que en ningún momento están dispuestos a dejar en pos de acabar con el capitalismo. Una admiración de cotillón, que sólo sirve para darse aires de progresistas y de estar preocupados por las buenas causas, pero que en su práctica terminan avalando la explotación capitalista y niegan el papel de los pueblos a la hora de las transformaciones revolucionarias.

Con el fallecimiento de Fidel han surgido todas estas miserias, que son parte de la lucha ideológica intransigente contra la ideología burguesa y todas sus variantes pequeño burguesas. De allí el sentido de esta nota y la reiteración de lo que nuestro partido sostiene que ha significado Fidel Castro y La revolución cubana para los pueblos del mundo.

Hablar de Fidel es hablar de Revolución Socialista. Hablar de Fidel es hablar de sociedad Comunista. Hablar de Fidel es hablar de lucha Antimperialista. Hablar de Fidel es hablar de lucha por el poder. Hablar de Fidel es hablar de Estado Revolucionario.

¡De Fidel hay que hablar de lo que hay que hablar!

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