Para esconder un elefante en la calle Florida es recomendable poner a cientos de ellos en la misma. La clase dominante aprendió esta lección, en la época de la “información a borbotones” se esconden o disimulan las más importantes de ellas que afectan la vida de nuestro pueblo.
“No te puede ocultar tanta aberración, entonces te invado con amarillismo”, con “noticias” de todo tipo, comprobables e incomprobables, hablemos de todo y dificultemos el entendimiento de los temas centrales de una sociedad.
Pero nada les es fácil, hay una experiencia de nuestro pueblo que a pesar de toda la basura expuesta por parte del poder los debates en la población vuelven una y otra vez a las cuestiones esenciales. ¡Así no se puede seguir viviendo!, es algo más que solo una cuestión económica que de por sí es muy grave, se trata nada más ni nada menos de nuestra dignidad de pueblo trabajador.
¿Que esconden o intentan esconder y no pueden?
Por un lado toda la parafernalia de medidas adoptadas va por lo fundamental:
a) Profundizar la productividad es decir, que un trabajador por la misma plata produzca más, lograr con este hecho abaratar el ya alicaído salario del trabajador a la vez que presionar hacia abajo la calidad de vida de millones de trabajadores. El 50 % de los asalariados gana menos de $8000, últimos datos extraídos del INDEC
En este fundamental accionar actúan al unísono el Estado, el Gobierno, los sindicatos y las empresas no sin profundas contradicciones a la hora de intentar implementar las medidas. Este es el tesoro que ellos quieren ocultar, y no pueden gracias a la lucha popular que se va extendiendo en todo el país, entonces nos apabullan con mentiras y más mentiras o en todo caso, como hace toda la oposición parlamentarista, con verdades a medias.
b) Por otro lado el “ajuste”, esto sí que no pueden ocultarlo entonces redoblan la apuesta para intentar desviar la atención con otras cuestiones que en definitiva también les entorpece el camino. Un ajuste se puede llevar adelante cuando existe cierto consenso en una parte importante de la población, este gobierno no tiene consenso pero sí está obligado a ajustar y es allí en donde navegan con dudas y vacilaciones, dicen hoy una cosa y mañana otra. El horno no está para bollos, hay mucha bronca abajo y el ajuste, como todo, sale remendado. La lucha de clases da su presente.
Estamos viviendo una época histórica que en muchos procesos revolucionarios se ha vivido: los de arriba no pueden gobernar como quisieran y los de abajo no quieren vivir como viven pero tampoco pueden dar un giro abrupto a la solución de los problemas que los aquejan.
Ha habido procesos revolucionarios en donde esa situación ha perdurado años; en otros procesos, por el contrario, se resolvió en pocos meses. Son situaciones particulares y peculiares de cada país. Pero sí hay una cosa cierta, con Revolución habrá una salida; sin revolución, se seguirán profundizando los sufrimientos de nuestro pueblo.
En nuestro país la cuestión fundamental a tratar es que la salida hacia la revolución hay que trabajarla e intensificar al máximo el debate en el pueblo, en la clase obrera en particular y vertebrar a cada paso las organizaciones políticas revolucionarias en todos los planos para dar una base material a tanta lucha y experiencia que se viene dando.
Es muy importante la decisión de nuestro pueblo de no querer seguir viviendo como se vive, de no dejar acomodar al enemigo de clase, pero para destrabar ésta situación hacia la revolución social cada vez más la lucha y la organización hay que asociarla a las metodologías revolucionarias que ponen en lo más alto la participación del pueblo en la toma de decisiones.
El estado asambleario que se viene dando desde abajo en las fábricas, en centros de trabajo, de estudio, en los barrios dan por resultado y a modo de ejemplo La asamblea popular realizada en el patio de la comisaría 38 es lo peculiar de esta época, es un buen ejemplo para medir la disposición de grandes mayorías a no dejarse arrebatar por el poder, se trata entonces que sobre esa base ya instalada “organizar” esa disposición hacia la revolución. Avanzar sin desmayo por esa veta abierta, empujar una y mil veces hasta dar cada vez más consistencia y robustez a la lucha entablada.