Un horizonte liberador

El 2017 inició con una serie de hechos producidos por los trabajadores en un camino ascendente de la confrontación de las clases. Se ve y se siente el malestar que anida en nuestro pueblo, a la vez que se multiplica la idea de luchar por algo más que las conquistas inmediatas.

No faltan los oportunistas diciendo que “no pasa nada”… escondiendo una monumental subestimación a todo el movimiento popular; es la justificación que tienen para “mejorar el capitalismo” y que nada cambie. De revolución, ni hablar…

“Hay que hacer lo que se puede”, “la gente no entiende” y frases por el estilo persiguen reemplazar el papel protagónico que las masas están dando en infinitas luchas y experiencias acumuladas. Sosteniendo esas ideas son funcionales al Estado de los monopolios, planteando que el capitalismo la única posibilidad de “bienestar”. El reformismo y el populismo son ideologías de la burguesía con distinto ropaje.

Las ideas revolucionarias van dando esa batalla, fortalecidas porque comienzan a aparecer desde las luchas muchos sectores de trabajadores decididos a cambiar el rumbo de la historia. Movimientos de todo tipo golpean los intereses del Estado y el gobierno de los monopolios; miles y miles de brazos y gargantas se abren paso en un mar de aspiraciones políticas y de conquistas.

En los próximos meses la lucha de las clases se agudizará; por eso, varios artículos que hemos publicado han centrado en la lucha para frenar el ajuste. Esa agudización abrirá una etapa en la que la debilidad de la burguesía aumentará por la irrupción de la lucha abierta contra el ajuste. Las fuerzas de la clase obrera y el pueblo se potenciarán con la misma lucha.

Pero no será suficiente. Está claro que la obligación de los revolucionarios es desarrollar y construir una alternativa real de poder contra el poder en crisis, más allá de la lucha por las conquistas que presenta y presentará el movimiento de masas. Reafirmamos con toda convicción la necesidad de una fuerza revolucionaria organizada que, con toda la experiencia acumulada por nuestro pueblo, sepa orientar las fuerzas latentes hacia la lucha por el poder político.

La clase obrera y el pueblo tienen muy claro lo que no quieren, pero no así aún hacia dónde ir. Y para avanzar en el proyecto revolucionario hacen falta muchas manos. No es suficiente luchar. Hay que luchar y construir al unísono la organización revolucionaria que dé cabida a miles y miles de hombres y mujeres, que a la vez deben saber y comprender de esta necesidad, ya que sin su concurso la tarea es imposible. En este proceso de luchas que se abre podemos construir poder, y hay que construir todas las herramientas necesarias.

Para pasar a una nueva calidad del proceso revolucionario no alcanza con la intensificación y la generalización de las luchas. Por supuesto que no subestimamos el papel que han venido y seguirán desempañando, pero precisamente por ello, es que planteamos la necesidad de la construcción de una fuerza revolucionaria de masas, como una parte inseparable de la lucha por las conquistas, para que las mismas tengan un horizonte liberador.

Somos parte indeleble de una experiencia histórica que no nos pertenece; es parte de la experiencia de nuestra clase obrera y nuestro pueblo, a disposición de los nuevos luchadores y luchadoras que hoy se están planteando que así no se puede vivir más, que hay que encontrar una salida definitiva para los padecimientos que nos impone el capitalismo.

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