Como el novio despechado que frente a la actitud suspicaz de su enamorada suplica para llamar su atención, la CGT decidió cortar el dialogo con el gobierno. «Hoy resolvimos no participar más de las mesas del diálogo para la producción y el trabajo, mientras siga esta situación crítica con los empresarios» disparó Daer, pero quedó flotando en el aire: ¡me voy pero… volveré!
Blandiendo un anuncio frenético y casi desesperado, convocan a una movilización en apoyo de la industria afectada por la apertura de la importación, como Banhgo, Tandanor, Alpargatas y Tramontina, lo que repercute en los empleos y los salarios, pero que desde estos lame botas de los monopolios tiene el claro tufo de la defensa de esos intereses, más que a las necesidades inmediatas y futuras de la clase obrera.
Con el mayor oportunismo, apelan «a los trabajadores» porque esta situación afecta la caja no tan chica que usufructúan en beneficio propio estos vividores del salario ajeno. Así lo refleja Schmid, cuando afirma que, “El Ejecutivo tuvo desaciertos en la implementación de algunas medidas económicas»… a lo que el gobierno contesta como hablando entre secuaces de la misma calaña: «El diálogo existe y vamos a seguir dialogando como hasta ahora. Acá no hay un problema de fondo, sino cuestiones sectoriales».
No dicen una sola palabra de las modificaciones a los Convenios laborales en contra de las conquistas históricas de los trabajadores, menos aún de los cambios en las leyes de seguros contra accidentes de trabajo (ART), tampoco sobre la productividad y la flexibilidad laboral, ni de los intentos de reducir los costos laborales para maximizar las ganancias y la explotación. Por el contrario, con su llorisqueo sostienen la falsa idea de que «un trabajador con empleo no es pobre», aunque estas políticas hagan de su vida un calvario.
De la CGT no puede no puede esperarse otra cosa que dobles discursos y bravuconadas que nunca se concretan. Por ello es incierta la fecha del paro y el contenido real del plan de lucha. Se anuncian a la distancia, para dejar la puerta abierta, que según Fernandez (de UTA) tiene que servir para que “entre todos buscar una solución por medio de un diálogo directo con el presidente Mauricio Macri”.
En función de presentar una zanahoria y generar expectativas para contener la bronca generalizada frente al empeoramiento de las condiciones de vida, anuncian para el 7 de marzo una movilización al ministerio de la producción. El mismo día y el mismo lugar que determinados que grupos empresariales presentan sus demandas respecto de sus negocios afectados. Esto significa intentar zanjar disputas interburguesas, de las que la CGT es parte.
Más oportunismo es imposible de concebir. Claro está que en ello también intervienen las disputas frente a las elecciones de octubre próximo. ¿Qué queda de la huelga anunciada? Para finales del marzo… con fecha imprecisa. A esto llaman plan de lucha…. Como dice el meme que circula en las redes, solo bajaron el aire acondicionado a 23°.
Hay que ser claros: los anuncios de los gremialistas están dados porque abajo hay mucha bronca y la plata no alcanza, eso es lo determinante. La presión es muy grande, la burocracia ya no sirve como válvula de descompresión y están atados de pies y manos. Lo decisivo es la verdadera organización por abajo. Sin duda alguna es hora de la acción y la organización independiente de los trabajadores, de la rebelión de las bases. Es hora de una corriente sindical revolucionaria.