Muy lejos de las estadísticas y de las encuestas realizadas a la medida de quien las pague, la economía cotidiana de las amplias mayorías populares sigue siendo atacada por aumentos de precios en todos los rubros. Los números de la economía no son los que informan los organismos oficiales o privados sino los que todos los días el pueblo trabajador sufre en carne propia.
Al aumento de los servicios anunciados se suman los constantes aumentos de los precios de la canasta familiar; el kilo de pan a $ 50 es una demostración clara de ello. Todos los días al realizarse las compras de los productos básicos de consumo de una familia se constata que, como se dice popularmente, la plata no alcanza para nada; aumentan los medicamentos, los productos de limpieza, los útiles escolares, la medicina prepaga, las cuotas de los colegios, los impuestos provinciales y municipales. Para completar este panorama de constante presión sobre los bolsillos del pueblo, se anuncian aumentos del transporte colectivo de un 50% para abril.
De esta forma, el anuncio del gobierno de que la inflación de este año será de un 18% ya debe ser considerado nulo, de nulidad absoluta. Como decíamos más arriba, los números mandan a la hora de los gastos corrientes y diarios de las familias y no resisten ningún cálculo estadístico. Lo que manda es la contundencia de la economía de las masas que sufren el constante deterioro del salario y su nivel de compra.
Cualquier aumento salarial por debajo del 40% no serviría ni siquiera para recuperar algo de lo perdido por la inflación pasada, mucho menos de la por venir.
Es así entonces que la lucha salarial y por paritarias sin techo, se convierte hoy en la principal lucha política a presentar contra los planes del gobierno de los monopolios. Ellos quieren seguir con los aumentos de precios y contener los aumentos salariales; el objetivo es sostener su tasa de ganancia a costa del deterioro del nivel de vida de las masas populares.
Debemos prepararnos entonces para afrontar una lucha abierta contra la intención de la burguesía monopolista de reducir a como dé lugar la masa salarial.
En el plano político, la etapa que se abre de la lucha de clases nos debe encontrar armados de una clara estrategia de lucha. Debemos impulsar, desde abajo, la más amplia unidad de los trabajadores y el pueblo por aumentos salariales y contra los aumentos de los precios.
La lucha debe afrontarse no por ramas productivas o gremiales sino como una sola clase; nuestro objetivo debe centrarse en unir en un solo reclamo todas las reivindicaciones obreras y populares. Para ello debemos superar las barreras ficticias que levantan las divisiones por gremio para alcanzar una unidad amplia y masiva que facilite la activa participación en las decisiones y las acciones a llevar a cabo.
Todo lo que venga de arriba intentará dividir, que nos encerremos en nuestro reclamo particular y sectorial. Por eso la lucha debe venir desde abajo, impulsando y garantizando la masividad de la misma, requisito indispensable para que la confrontación logre ganar las reivindicaciones y reclamos de las masas. La experiencia muestra que la masividad es la principal arma que los obliga a retroceder. Allí radica entonces la clave para el triunfo. La lucha será masiva en tanto y en cuanto se garantice las más amplia participación de las masas; que se abran los conflictos a toda la población; que desde el principio tengamos claro que cada reclamo sectorial se hará más fuerte y potente si se logran unificar los reclamos de toda la población que circundan los centros productivos y de trabajo.
Romper el techo salarial y unificar las luchas desde abajo será un gran paso en la lucha política contra los planes del gobierno y, al tiempo que logremos las reivindicaciones, nos pondrá en mejores condiciones para proseguir la lucha de la clase obrera y el pueblo que nos permita pasar a niveles superiores en la confrontación clasista.
Así será posible que la lucha alcance los objetivos genuinos de las mayorías y no se vea enredada por la maraña diversionista y divisoria de la burguesía monopolista en todas sus variantes.