Comenzamos este artículo con una sencilla pregunta: ¿por qué planteamos, desde el Partido Revolucionario, la necesidad de la revolución socialista? La respuesta podría resultar fácil, pero vemos de inmediato que requiere de un cierto desarrollo o, al menos, de una argumentación.
Decimos entonces: …porque los trabajadores y el pueblo, oprimidos por la clase dominante, no pueden vivir dignamente en el marco de este sistema agonizante que reproduce todo el tiempo las relaciones de producción que responden a su lógica, y que conducen a la acumulación de ganancias cada vez más concentradas en los grupos económicos monopolistas, y al empobrecimiento cada vez más grande para las grandes masas.
Porque es absolutamente inconcebible que los trabajadores, en la lógica de la perversidad del sistema, estemos obligados a vender como mercancía nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir. Porque la burguesía explotadora no trabaja ni produce nada y vive a costillas de lo que nosotros producimos.
Porque el Estado, lejos de ponerse al servicio de la satisfacción de las necesidades del pueblo, lo enfrenta y lo reprime, ya que su función es la de defender los intereses de la clase dominante.
Porque si queremos desarrollar una vida digna para toda la humanidad, debemos apropiarnos de los medios de producción, que hoy se encuentran en manos de los monopolios.
Porque todos los instrumentos del Estado burgués se oponen a los intereses de los trabajadores: la democracia representativa (que, como sostenía Lenin, es la envoltura política del capitalismo), la justicia, las fuerzas represivas. Y también en este sentido juegan un papel importante la publicidad y los medios de comunicación, que nos «venden» la idea de que el sistema capitalista es lo mejor a lo que podemos aspirar.
Porque el capitalismo genera miseria, ignorancia, egoísmo y violencia.
Porque el capitalismo mata a ocho millones y medio de niños por año, antes de cumplir los 5 años, en virtud de causas fácilmente evitables.
Porque veintitrés millones de niños no tienen acceso a las vacunas. Porque hay más de 250 millones de niños que trabajan diariamente, siendo así víctimas de la explotación más siniestra por parte de la burguesía.
Porque el capitalismo se alimenta también de las industrias de los «negocios sucios», que conforman buena parte del PBI mundial: narcotráfico, trata de personas, tráfico de armas, todos ellos amparados y protegidos por los diversos organismos de los Estados, que están al servicio de los monopolios.
Porque el 0,5 % de la población adulta del planeta posee el 35,5 % de la riqueza, y el 7, 54 % siguiente posee el 43, 7 % de la riqueza restante.
Los detractores de la Revolución se benefician con todas estas desigualdades inherentes al sistema capitalista: ellas son la consecuencia de las políticas económicas de la clase depredadora y explotadora, la burguesía monopolista, que no va a ceder un ápice de terreno, en defensa de sus intereses de clase.
Por ello, el momento de la lucha es ahora. El Partido Revolucionario debe organizar la lucha de clases, a la vanguardia del proceso, apuntando hacia el horizonte de la toma del poder. Sólo la Revolución Socialista podrá conducir a la construcción de una sociedad nueva. Este norte, compañeros, será al que nos lleve la lucha de clases, por más que la astuta burguesía nos quiera hacer creer lo contrario.