El actual conflicto docente, sumado al creciente estado de movilización y lucha de los más diversos sectores, sin duda alguna golpeó y desgastó aceleradamente a este gobierno que cada día camina por una cuerda floja donde cualquier brisa inesperada lo puede expulsar al vacío.
Si bien esta es una gran verdad, donde todo indica que el grado de confrontación de nuestro pueblo es en ascenso contra todas estas políticas, ello no significa que cada lucha merece un análisis particular, naturalmente inserto en el marco general de la lucha de clases. Pero las particularidades existen y el conflicto docente al que nos vamos a referir tiene las suyas.
En primer lugar, donde más golpea este conflicto es en la profundización del desprestigio político de este gobierno; pero a su vez expresa la debilidad de que el paro no puede golpear en lo económico. Es decir, no afecta en forma directa la producción y ganancias de los monopolios. Y por otro lado, estos se juegan la partida de imponer el techo del 18% o 19% tratando de condicionar, en la puja con los docentes, los demás reclamos salariales del resto de los trabajadores, que sí son de la producción y afectan sus ganancias.
La burguesía no termina de “asociar” o comprender que si se les desbarranca la gobernabilidad también se les desbarrancan sus negocios. Por lo tanto apuestan a creerse que al conflicto docente le pueden doblar la mano, y con ello doblarle la mano al conjunto de los trabajadores. Pero el desgaste al que están sometidos no tiene retroceso. La crisis política de la burguesía es endémica, y es ahí donde se equivocan.
Pero, ¿a dónde apunta el gobierno con esto de creérsela?. En primer lugar, golpeando con los descuentos de los días caídos en una situación donde cuesta llegar a fin de mes; y por otro lado, en el desprestigio que tienen los gremios por burócratas y por metodologías rechazadas por las bases donde todo intentan resolverlo bien allá arriba. Estos dos factores hacen que una mayoría importante de docentes, aunque con mucha bronca hacia el gobierno, no estén dispuestos a seguir con los paros así como están planteados. Una huelga no se gana con el 50% de adherentes.
Pero esto de ninguna manera significa que el conflicto termine ahí, o que pueda ser golpeado. El problema pasa por dónde se extiende la lucha, y según nuestro punto de vista el todo o nada pasa por no dejar caer la movilización. Pero no solo aquellas movilizaciones centralizadas de carácter nacional (que sí tienen su importancia). A lo que nos referimos es a las movilizaciones escuela por escuela, junto a la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos).
Prácticas que vienen realizando las masas en varias escuelas y que se están generalizando, a las cuales hay que alentar y hacerlas crecer obligando a las direcciones de los gremios a sacar resoluciones de movilizaciones de cada escuela en su barrio o localidad. Todas a la misma hora, ni bien finalizado el turno, se movilicen, ininterrumpidamente y sistemáticamente todos los días. Sumado a esto la infinita creatividad de las masas terminará unificando a todos los docentes y perfeccionando una organización con un profundo enraizamiento en las masas. Acá de lo que se trata es de que la comunidad docente vuelva a obtener un triunfo estratégico.
Si se lograsen materializar tales resoluciones generales impuestas desde las asambleas de docentes por escuela y por distrito, el gobierno y los monopolios se encontrarán en un brete de difícil resolución. Movilizaciones diarias por tiempo indeterminado donde en tal transcurrir la actitud propagandística de la burguesía no podrá frenar la adhesión de todo el pueblo argentino a la lucha docente, y quedará la burguesía como el verdadero victimario de los niños.
Hagamos de cada escuela un cabildo abierto. Esto es posible y es la llave del triunfo de un conflicto que ya tiene un carácter eminentemente político, donde la burguesía pulsea para poder doblegar la confrontación de nuestro pueblo que les abrió miles de frentes de combate, y probablemente la huelga como tal vuelva a estallar de otra manera.