Diccionario de la Real Academia, caer: descender de un nivel o un valor, a otro inferior o menor. Mientras centenares de miles de docentes de todas partes del país llegaban a Buenos Aires convocados a participar de una nueva Marcha Federal, el presidente Macri ofreció una conferencia de prensa junto al ministro de Educación, Esteban Bullrich, en la que «sinceró» su concepción sobre la educación pública al marcar que existe «una terrible inequidad, de aquel que puede ir a la escuela privada versus aquel que tiene que caer en la escuela pública».
Si alguno pensaba que el presidente había tocado fondo en un reciente reportaje televisivo, en donde no pudo decir con certeza cuánto era la mínima que cobraba un jubilado, sus nuevas declaraciones públicas respecto a la educación, nos mostraron qué el pozo negro en el que han caído puede ser más profundo aún.
Con carteles con textos como: «Caí con orgullo en la escuela pública», cientos de miles fuimos ayer protagonistas de una enorme movilización que sacudió los cimentos más profundos de la burguesía. No importa que lo que puedas escuchar en los medios se resuma exclusivamente a la reedición de esa antinomia tan funcional a la burguesía (macrismo versus kirchnerismo, «vamos a volver», y tantas otras); de lo que se trata (y por eso se oculta) es que vivimos una situación insostenible que ya no se puede tapar con diario.
Los medios masivos se especializan en «analizar» las cosas por fuera de todo interés de clase. La tremenda movilización de ayer no hubiera sido posible si no existiese una muy enraizada lucha desde las escuelas, que superan a las cúpulas gremiales y a todos aquellos que pretenden «capitalizar» una movida que no les pertenece.
No importa que estos personajes se la crean, inclusive hasta que se hayan ido a dormir convencidos que esa enorme movilización se convocó para apoyarlos a ellos. Es tan ajeno a la realidad que no merece ni el más mínimo análisis.
Una periodista decía que «el gobierno no entiende que no puede confrontar con los guardapolvos blancos»… Y en sus palabras se dejaba traslucir que lo que la burguesía no puede afrontar, es el alto nivel de confrontación que nuestra sociedad está expresando. Esto no es un hecho aislado, tampoco es una expresión de algo que nos cae «desde Marte». Basta ver la infinidad de videos y fotos que recibimos a diario por las redes sociales, para comprender que este conflicto tiene un enraizamiento muy profundo desde abajo, barriendo con cualquier especulación electoralera. Esto va en serio, y es lo que la burguesía subestima. El gobierno sigue creyendo que haciendo antikirchnerismo va a resolver el problema, y el oportunismo electoral cree que si le pega al gobierno se posicionará «mejor» y recuperará la confianza. Pobre de ellos.
Nuestro pueblo, los trabajadores, estamos viendo muy claro cuáles son los intereses de clase que se están defendiendo. Por eso, no nos cansaremos de decir que el gran desafío que tenemos los trabajadores es cómo se extiende la lucha, no dejando caer la movilización. Las movilizaciones escuela por escuela, junto a la comunidad educativa (docentes, padres y alumnos) adquieren un peso político de trascendencia más allá de los resultados de este conflicto.
Les duele que cada escuela se transforme en un cabildo abierto. Porque allí está la llave del triunfo, se quiebra esa necesidad indispensable que tienen de disciplinar al resto de los trabajadores bajo el 18% de aumento salarial, lo que demuele más aún nuestro poder adquisitivo. La burguesía está pulseando para intentar doblegar la confrontación que nuestro pueblo está llevando adelante, y que les abrió miles de frentes de combate. Se trata de que todo siga sumando a ese torrente de rebeldía que nace desde las bases.