La indignidad de sus cifras capitalistas y la dignidad de nuestra lucha como pueblo

La semana pasada se dieron a conocer las cifras del INDEC sobre la situación laboral en el país. Si bien son cifras que están dibujadas a conveniencia de la burguesía y el gobierno a su servicio, las mismas no dejan dudas sobre la dura realidad de los trabajadores y son un enorme mentís de todos los discursos recientes que el propio presidente y funcionarios del Estado se encargaron de propalar a diestra y siniestra.

La retorcida estadística del INDEC, establece un promedio de ingresos entre personas que reciben de $ 0 a $ 500.000,00. Esto no es más que una mentira artera y una manipulación. Se mezcla a las personas que no tienen ingresos con las que perciben ¡medio millón de pesos por mes! Ningún trabajador recibe esta última cantidad aunque en el otro extremo sí hay mucha gente que no tiene ingresos.

Demás está decir que en estas estadísticas no están incluidos los ingresos correspondientes a los dueños de los capitales monopolistas, pues los ingresos que alcanzan el medio millón de pesos incluidos en las estadísticas mencionadas sólo incluye a gerentes, directores de empresas y funcionarios estatales pero no comprende la renta y ganancia de los burgueses monopolistas cuyo mayor volumen pasa a abultar sus capitales.

Así y todo el promedio general entre los que no tienen ingresos y los que reciben esa abultada cantidad es de $ 7.529,00.

Estas son cifras del primer trimestre de este año cuando el salario mínimo, vital y móvil estaba a $ 8.060,00 lo cual fue vigente hasta el 30-06-2017. A partir del 1° de julio el SMVM se ubica en $ 8.860,00 según decreto reciente del gobierno nacional.

En pocas palabras, el ingreso promedio de toda la población fue menor al SMVM a pesar de que en ese promedio están incluidas las personas que ganan $ 500.000,00.

Pero sigamos con lo que nos dice la estadística en cuestión. De cada 100 personas encuestadas, 10 tienen ingresos de entre $ 15.750 y $ 500.000; otras diez tienen ingresos de entre $ 8.333,00 y $ 10.750. El resto de la población, es decir 80 de cada 100 tienen ingresos inferiores, o sea por debajo del salario mínimo, vital y móvil.

Si la línea de pobreza, según la UCA, es de unos $ 15.000, es claro que el 90% está por debajo de esa línea de pobreza.

Como la fuerza laboral de todo el país es de unos 20.000.000 de habitantes tenemos que 16.000.000 perciben ingresos por debajo del salario mínimo vital y móvil. Y de ese 80%, la mitad (8.000.000 personas) percibe ingresos promedios de $ 2.647 y la otra mitad recibe ingresos promedios de $ 6.982.

Simultáneamente a estas estadísticas terroríficas se conocieron los rendimientos de los capitales de las empresas que cotizan en bolsa, estadística que fue publicada por el Instituto Argentino de Mercados de Capitales (IAMC).

Según la misma, en el primer trimestre de 2017, las 87 empresas domésticas que cotizan en el mercado local tuvieron ganancias por US$ 1.400 millones, un 95% más que en igual período del año pasado.

Clara diferencia entre lo que se lleva la burguesía monopolista y la población laboriosa que todo lo produce. Ésta es la gran división social y política existente en nuestro país. Una división de clases que se profundiza cada vez más y que no tiene visos de solución si las cosas siguen este curso. Por eso es tan necesario cambiar el curso de los acontecimientos.

Todo esto en flagrante contradicción con los derechos otorgados por la propia Constitución Nacional. El gobierno se ubica fuera de la propia legislación burguesa y la sostiene con su policía y fuerzas de seguridad cuando el pueblo se rebela, al tiempo que cínicamente vocifera a los cuatro vientos que “¡se debe respetar la ley!”

Trabajadores y pueblo no debemos respetar nada de esto, ni tenemos por qué esperar que el gobierno termine su período y mientras tanto apretar los dientes tal como nos dicen los aduladores de las instituciones de este sistema. Nuestro deber es profundizar y generalizar las luchas contra esta situación pujando para cambiarla, al tiempo que vamos forjando la unidad y las herramientas organizativas que nos permitan liberarnos de estas cadenas que nos atan a la lógica de la ganancia para ellos y el empobrecimiento para nosotros. Se trata de no dejarlos gobernar e instalar, con la prepotencia de la lucha, nuestras leyes de dignidad como pueblo.

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