En el día de ayer, publicamos un artículo en esta misma página en donde hacíamos referencia a los ingresos de los trabajadores en nuestro país. En el mismo se reflejaba claramente porqué venimos diciendo que el plan de la burguesía monopolista en el gobierno tiene como fin avanzar sobre el pueblo trabajador, achatando la masa salarial para obtener “más productividad”, que -como ya sabemos- no es otra cosa que más explotación y postergaciones para millones de trabajadores.
Y también sabemos que la respuesta desde la lucha no se hace esperar. Según datos que se desprenden de un informe de la propia burguesía, a través de las conclusiones del estudio realizado por la Dirección de Estudios de Relaciones del Trabajo, pertenecientes a la Subsecretaría de Políticas, Estadísticas y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo, hubo en nuestro país más de 900 mil trabajadores en huelga, sólo en el primer trimestre del 2017.
El aumento de la conflictividad laboral con respecto al primer trimestre del 2016, es una de las muestras de cómo la lucha de clases levanta presión y no puede ser encorsetada, a pesar de los esfuerzos de gran parte de la dirigencia sindical traidora para encerrarla en los marcos de la institucionalidad burguesa, de la que tanto gustan…
En enero, febrero y marzo de 2017 se registraron «213 conflictos con paro, que involucraron alrededor de 920 mil huelguistas y 5.412.000 jornadas individuales no trabajadas».
El estudio muestra que en las empresas privadas las causas centrales del enfrentamiento que llevaron adelante los obreros tuvieron como motivación «los reclamos por despidos o renovación contractual y pagos adeudados. En términos sectoriales, las actividades económicas que tuvieron mayor conflictividad fueron: Transporte, Industria y Enseñanza. En estos sectores en particular, los conflictos se localizaron tanto en el nivel de empresa como de rama actividad, y fueron impulsados principalmente por reclamos de despidos o renovación contractual y aumento salarial en el sector de la Enseñanza».
El plan de la burguesía, poniendo el eje en el empleo y las relaciones contractuales, es lo que viene provocando la reacción de los trabajadores, que ven cómo si no nos plantamos ellos avanzan sin importarles nada.
Si bien el documento señala que se redujeron la cantidad de conflictos, aumentaron los trabajadores y jornadas involucradas en el conflicto: «En el ámbito privado se registraron 69 conflictos laborales con paro que involucraron alrededor de 99 mil huelguistas y 300 mil jornadas individuales no trabajadas. La cantidad de conflictos con paro descendió cerca de un 45% con respecto al primer trimestre de 2016, mientras que los huelguistas y las jornadas de paro aumentaron, dando cuenta de una mayor cantidad de trabajadores involucrados en huelgas que, a su vez, fueron más extensas».
El primer trimestre del año registra 232 mil jornadas individuales no trabajadas en la enseñanza y 68 mil en el resto de las ramas. Mientras que los trabajadores del Estado protagonizaron «147 conflictos laborales con paro que involucraron 820 mil huelguistas y alrededor de 5 millones de jornadas individuales no trabajadas». En este sector, fueron lo preponderante «reclamos por mejoras salariales, seguidos por pagos adeudados y despidos o renovación contractual».
Recordemos que el 7 de marzo pasado, en el marco de una multitudinaria marcha convocada por la CGT, la rebelión de las bases terminó expulsando del palco al triunvirato de la CGT, acusados de haberle dado tregua al gobierno mientras éste descargaba todo el ajuste en contra los trabajadores. La exigencia generalizada aquel día era que se le pusiera fecha a un paro nacional, que luego se concretaría el 6 de abril.
En el ámbito privado el sector del Transporte concentró «la mayor cantidad de conflictos (38%) aunque involucró escasa cantidad de huelguistas (7%) y jornadas de paro (3%). Mientras que en los trabajadores industriales fueron los protagonistas del «17% de los conflictos laborales del ámbito privado que involucraron un 22% de huelguistas y un 9% de jornadas de paro. Con respecto al primer trimestre de 2016, si bien los conflictos de la actividad industrial descendieron a la mitad, los huelguistas se duplicaron».
Este informe, sin ingenuidad alguna, deja entrever que las demandas de los trabajadores fueron fundamentalmente “defensivas” ante un avance de las Empresas (y el Estado) en contra el empleo, el salario y las condiciones de trabajo.
Si bien ese análisis podría tener cierto asidero, siempre dependerá bajo qué cristal se lo mire. Es verdad que los trabajadores responden cuando la burguesía avanza, “se defienden” de los ataques del poder. Pero cuando esa lucha comienza a recorrer otros caminos de unidad, en donde las metodologías que empiezan a despuntar ponen en el centro la asamblea con democracia directa, haciendo pesar la fuerza de la masividad, cuando se sale de las “cuatro paredes” que rodea el ámbito de trabajo y se busca a los pares que están en la misma… una lucha en torno a una reivindicación puntual adquiere un verdadero carácter político, que golpea la esencia del poder dominante: allí se están gestando las bases de lo nuevo que puja por nacer.
Esa es la verdadera rebelión de las bases y es en lo que nuestro Partido no sólo confía plenamente, sino que es la base material sobre la que venimos trabajando para materializar una propuesta política sindical revolucionaria que ponga sobre el horizonte un proyecto político propio de nuestra clase.