El aniversario de la muerte de nuestro secretario general Histórico, Mario Roberto Santucho se da en un marco donde la burguesía monopolista ha lanzado una nueva ofensiva contra la clase obrera y el pueblo apuntando a una mayor productividad atada a la flexibilización laboral.
Por esto mismo Hablar hoy de Santucho es:
● No dejar gobernar a este gobierno
● Es trabajar por la unidad de nuestro pueblo de abajo hacia arriba en la concepción de poder popular.
● Sostener el principio de la movilización permanente de las masas.
● Impulsar la herramienta política sindical revolucionaria que sirva de aglutinadora del enorme potencial existente entre los trabajadores cansado y asqueado de las traiciones de todo el aparato burocrático-empresarial del sistema.
● Profundizar las políticas revolucionarias en cada fábrica, barrio, escuela, facultad, etc.
● Profundizar las organizaciones políticas en todos los niveles que expresen claramente las aspiraciones por la lucha por el poder.
● Respetar la experiencia viva que nuestro pueblo va realizando y desde allí avanzar en las metodologías revolucionarias cuyo rasgo fundamental es la democracia directa.
El pensamiento de Robi siempre estuvo atado a la acción y a la vez a los fundamentos de una revolución socialista. Nuestro Partido se fundó y se formó asimilando el papel del Estado burgués como herramienta de dominación de esa clase, por eso ni en las peores condiciones de derrota sufrida bajamos esa bandera. Por el contrario, nos aferramos a la existencia de la clase obrera y a la necesidad de que la misma tuviese en sus manos un proyecto revolucionario que contemplase los intereses de su clase y la de todo el pueblo oprimido.
Para ello nos sostenemos en la idea de derrotar el Estado Burgués y construir sobre sus cenizas el Estado proletario y popular.
Asimilamos lo importante que había sido para la vida de nuestro Partido cuando en los primeros años de fundación nuestra dirección histórica insistía en fundirnos con las masas, de construir allí, bien abajo, apegado a los problemas de nuestro pueblo. Nos sostuvimos y nos sostenemos en esa concepción en la que fuimos formados, concepción que garantizará el triunfo de la revolución, garantizará que la masividad sea una constante en cada enfrentamiento. ¡No se puede hacer por arriba lo que no se hace por abajo!
La idea del ejercito político de las masas que entendía Santucho, se corresponde con un carácter de clase de la unidad de todo el pueblo, muy lejos de toda concepción oportunista de la misma. Por ello nunca se la separaba del poder local y de la idea del poder dual. Ese pensamiento estratégico estaba muy lejos del sectarismo, y nos iba preparando para entender que el enfrentamiento al sistema necesitaba acumular ingentes fuerzas populares.
En el momento actual esa idea no perdió su carácter de clase y en ello nos tenemos que sostener.
El oportunismo de todo linaje trabaja intensamente por desclasar la lucha, desclasar el verdadero significado del ejercito político de las masas lo cual lleva inevitablemente a dividir fuerzas. Hoy la intensidad electoralista juega su papel preponderante, desvía el potencial revolucionario para enfrentar el sistema.
La idea del ejercito político de las masas da una visión general de que de lo que se trata es de aunar y organizar las fuerzas de la revolución desde las clases explotadas y oprimidas hacia la toma del poder.
La lucha de clases, implacable, comienza a poner el problema de la revolución a la orden del día, somos decenas de miles de obreros, trabajadores, estudiantes que aspiramos a una nueva sociedad, que nos hemos puesto en marcha en la búsqueda de una salida revolucionaria.
Pero además somos millones que aspiramos a una nueva sociedad que dignifique la vida de la sociedad humana.
Nos aferramos a los grandes lineamientos para sintetizarlos en táctica, todos los días estamos en el batallar político nacional desde nuestras trincheras, como lo soñaron nuestros dirigentes, jamás subordinamos la estrategia de poder a la táctica cotidiana, por el contrario nos sostuvimos una y otra vez, pero sabemos que aún falta un trecho para cambiar la correlación de fuerzas entre revolución y contrarrevolución.
Es imprescindible robustecer el proceso revolucionario siguiendo ese pensamiento fundacional del protagonismo de la clase obrera y el pueblo en el camino de la lucha por el poder.
Nuestro recuerdo a Robi, es un recuerdo extendido a nuestro pueblo que supo enfrentar difíciles circunstancias y a la vez un “recuerdo” del actual presente cargado de optimismo fundado en el despliegue de masas que a diferencia de anteriores, lleva embrionariamente la idea de la acción revolucionaria de la lucha por el poder plasmado ya en nuevas organizaciones políticas revolucionarias.