Luego de casi un mes de corte de horas extras en la planta de Acindar Villa Constitución, (medida de fuerza que se lleva adelante en respuesta a la empresa por la forma que intenta aplicar la paritaria), y luego que desde todos los sectores de la planta se apretara al gremio para que profundizara la medida, se llevó adelante un corte del ingreso de administrativos y camiones que entran y salen de la planta, con productos para todo el país y países limítrofes.
Este corte (que no llegó a las 3 horas) alcanzó para que desde el Ministerio de Trabajo de La Nación se dictara la conciliación obligatoria y citara a las partes a negociar en Buenos Aires. Conciliación exclusiva para esa planta, ya que el resto de las plantas, que conforman la rama 21 de la UOM, arreglaron de una u otra manera. (En realidad, la burocracia de Furlan en Campana y de Bruneli en San Nicolás, arreglaron sumas fijas no remunerativas, un negocio redondo para las empresas, que no altera la base de cálculo de los sueldos, y se ahorra una millonada en aportes patronales).
Luego de la presentación en la mesa nacional de mediación, como era de esperar, los mandaron a negociar a Villa Constitución, para que resuelvan sus problemas “en paz”.
Claro que, tanto burocracia como empresa, no creían que luego de un mes de corte de horas extras, los empobrecidos bolsillos de los compañeros, seguirían diciendo “hasta que no se arregle, seguimos”.
La burocracia camina los sectores explicando “los alcances de la Conciliación”, que es necesario que demos “algunas señales” para demostrar nuestra “buena voluntad”, que sino la empresa va a seguir con algunos “aprietes” como “no dar adelantos o compensatorios”.
La empresa sale a amagar con sanciones, aplicar descuentos porque “se pararon equipos por falta de cobertura”, que así es “inviable” la empresa, ya que “la competencia es feroz, y los productos importados con este gobierno bla, bla, bla”…
Pero más allá de esto, los compañeros tienen claro dónde va a terminar esto si aflojamos, “no queremos perder mas, ya basta de meternos la mano en el bolsillo”, es lo que se escucha en toda la planta.
Los planes de mayor achatamiento de la masa salarial que tienen, a través de la aplicación de la paritaria, como así también, el incremento de la turnicidad y la producción en los principales sectores de la planta, se ven frenados por la firme decisión de los compañeros a no dejarse robar más.
No les sobra tiempo, en estos días se conocieron algunos índices de la economía que marcan el crecimiento por 4° mes consecutivo de la construcción (empujado por la obra pública principalmente) y un aumento mensual del 37,3 % en el hierro redondo para hormigón. Materia prima cuyo mercado está cautivo por este monopolio.
Gremio y empresa se ven en una encrucijada ya que no pueden hacer ningún negocio. La firmeza de los compañeros en seguir con la medida (aunque no se declare de esa manera) hace que en 2 semanas de “negociaciones” no hayan podido avanzar en nada.
Es que para los compañeros no hay negociación viable que no sea “no nos tocan un solo punto, queremos lo que nos corresponde”.
La rebelión de las bases no lo planteamos como una consigna, es un hecho que camina y se acrecienta a lo largo y a lo ancho de nuestro país.