CGT: ni representatividad ni legitimidad

Por si alguna duda quedaba de la crisis de representatividad y legitimidad de la cúpula de la CGT, la paupérrima demostración de ayer es más que una confirmación; es la ratificación de que está en vías de extinción un modelo sindical.

Un modelo que se define por la prebenda, la negociación antes que la confrontación, la traición a las bases, el haberse convertido en empresarios lisos y llanos que viven de los negocios que la burguesía monopolista les otorga, el ser los que ponen nombre y apellido a las suspensiones y despidos en las empresas, el identificar al sindicalismo con una ideología política que ya no representa a las bases obreras y trabajadoras. En una palabra, un sindicalismo empresarial que “actúa” como si todavía tuviera algún poder de negociación mientras se debate en una crisis irreversible, que es parte de la crisis de representatividad de todo el sistema burgués.

Ante esta situación política del sindicalismo en la Argentina, las “exigencias” para llamar a una huelga nacional que algunos sectores incitan son más de lo mismo. Lo único que logran es engañar temporalmente a porciones de trabajadores de que por el camino del sindicalismo tradicional, aun cuando se llame clasista, se obligará a estos mamarrachos de dirigentes sindicales a seguir los mandatos de las bases obreras.

Lo que necesitamos imperiosamente construir los trabajadores en la Argentina es un nuevo sindicalismo desde la base, un sindicalismo revolucionario.

Revolucionario porque se basa en la independencia de clase, aunque la burguesía no lo considere encuadrado en sus leyes. Revolucionario, porque rompe con las estructuras de control y dominio de la burguesía y sus gerentes sindicales a quienes deberemos, además, echar de los ámbitos fabriles y de los laborales en general, aunque en determinadas circunstancias se utilice sabiamente la legalidad instituida para lograr los objetivos sin dar lugar a que esa “legalidad” sea el marco que aprisione la voluntad de los trabajadores.

Revolucionario porque en las decisiones y las acciones debemos participar todos los trabajadores con los mecanismos que desde hace ya varios años se están implementando no sólo en las luchas y movilizaciones que se vienen dando a lo largo y ancho del país, a través de las asambleas y la democracia directa en las fábricas y empresas, sino que ya constituyen un capital del pueblo.

Revolucionario porque la lucha es su carta de presentación y la unidad nace desde la raíz profunda de esa lucha. Revolucionario porque acumula desde la fuerza otorgada por esa lucha y la organización nacida al calor de la misma y rechaza todo camino que lo conduzca al falso objetivo de acumular a través de la negociación para recurrir a la movilización sólo como elemento de presión, de acompañamiento, de comparsa o de justificación para terminar aceptando mansamente las imposiciones de la burguesía.

Revolucionario porque la fuerza de la movilización, la acción, la resolución con participación masiva y la unidad de todos los trabajadores que no reconoce diferencia entre permanentes de planta, contratados, tercerizados o eventuales, son la garantía de que los objetivos de la lucha puedan llegar a buen puerto.

Revolucionario porque considera a las diferentes ramas laborales como una circunstancia diferencial histórica que debe ir superándose hasta llegar al verdadero significado, actualmente arteramente escondido, de que todos somos trabajadores y que el logro de una conquista de sector o grupo incide en la masa salarial o condiciones de trabajo de todos y, en consecuencia, es un triunfo de toda la clase.

Revolucionario porque una organización nacional única que exprese esas características mencionadas es factor de acumulación de fuerza real contra la fuerza real de la burguesía contra la cual se debe combatir diariamente, hasta lograr la liberación del ser humano del trabajo asalariado impuesto por la clase dominante dueña de todos los medios de producción.

Revolucionario, porque la práctica histórica de los trabajadores ha impuesto estos principios que no resultan invención de nadie ni de grupo supuestamente esclarecido, sino virtud de la movilización, lucha y enfrentamiento de las últimas décadas de toda la clase que así materializa sus aspiraciones genuinas.

Esta es la tarea ya emprendida y a desarrollar por el conjunto de la clase obrera y trabajadores en general. Comencemos a decidir nosotros nuestro presente y nuestro futuro. Porque si todo lo producimos, todo lo decidimos.

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