Las movilizaciones del pueblo son la garantía de nuestra seguridad y conquistas políticas

Treinta y dos allanamientos y veintisiete detenciones entre efectivos policiales de comisaría, médicos policiales forenses y asuntos internos, por la investigación de la desaparición forzada y muerte de Franco Castro, en la ciudad de Rosario, Pcia. de Santa Fe.

Este muchacho albañil de 20 años, procedente de Florencio Varela, fue detenido y desaparecido el 6 de octubre de 2014 por la policía de la provincia de Santa Fe. Poco más de un mes después fue encontrado su cuerpo en el río Paraná, con signos de tortura y vejaciones.

La movilización popular obligó a la activación de la causa e investigación judicial que desemboca en las detenciones mencionadas.

Lo paradójico (¿paradójico?) es que, además de las tramas de ocultamiento en la que participaron no sólo jefes policiales y médicos policiales, participó de la maniobra el personal de asuntos internos que es la repartición que investiga el accionar de la policía. Igualmente contradictorio resulta que actualmente la fuerza que ejecuta las detenciones es la gendarmería nacional, fuerza que está siendo parte y arte de la desaparición forzada de Santiago Maldonado y su posterior ocultamiento en relación con la “investigación” en curso.

Recordemos que durante el gobierno de Cristina Kirchner, la gendarmería era la fuerza que pretendía presentar el Estado como impecable, incorruptible e incuestionable para presentarse como confiable brazo de la justicia ante las desprestigiadas policías provinciales y policía federal. Ya durante su mandato, fue pública la maniobra del gendarme que se tiró encima de un auto en una manifestación en panamericana a cuyo chofer sacaron violentamente del interior pegándole ante las cámaras de celulares y reporteros de medios que tomaron las imágenes. Fueron reiteradas las acciones represivas de esa fuerza ante los conflictos de trabajadores y hostigamientos en barrios populares.

Todas las instituciones armadas y de seguridad del Estado están enfrentadas al pueblo porque han sido preparadas y concebidas para reprimirlo, nunca para defenderlo, a pesar de que la envoltura con la que se muestran dice lo contrario.

Parte de las personas que iniciaron los enfrentamientos en la masiva marcha por la aparición de Santiago Maldonado, fueron escrachadas con fotos en las redes sociales y son miembros de la policía Federal. Las fuerzas de seguridad están permanentemente expuestas en cada hecho delictivo: trata de personas, narcotráfico, desapariciones, ajustes de cuenta, fraudes, juego clandestino, contrabando, etc.

No podría ser de otra forma porque el Estado dominado por el capital monopolista, basa su poder en la corrupción e impunidad que le da el manejar privadamente la producción de riqueza y propiedad de todos los medios de vida que hoy suman en nuestro país un producto anual de unos 700 mil millones de dólares. Un botín nada despreciable para la oligarquía financiera.

No importa quién gobierne, toda la burguesía tiene una sola política general o estratégica común basada en la explotación del trabajo asalariado de las mayorías para beneficio de su minoritaria clase. No obstante, esa unidad de clase se desmiembra en sus contradicciones y peleas internas que obedecen a las diversas disputas de negocios y formas de enfrentar las respuestas o iniciativas que la clase obrera y demás sectores populares ponen en práctica para no dejarlos gobernar contra las aspiraciones e intereses populares. A partir de allí es que se diferencian sus políticas, aparecen las críticas y los enfrentamientos, las denuncias contra funcionarios entre ellos mismos, las trapisondas y judicializaciones, etc., que generan la famosa grieta (entre ellos) que los desvela y les hace reclamar una ansiada e imposible unidad de acción y gestión de gobierno para disciplinar a la clase obrera y al pueblo para poder hacer sus negocios sin mayores contratiempos.

Por eso las tareas de las fuerzas populares es la profundización constante de esas diferencias, a partir de la movilización y unidad por la prosecución de nuestras reivindicaciones políticas, económicas y sociales. Con independencia de cualquier tutela institucional de este Estado que sólo defiende los intereses de los sectores monopolistas.

Nadie va a cuidar nuestro pellejo por fuera de la unidad y organización que logremos como pueblo a partir de nuestras luchas y participación masiva. Así como ocurrió con la reciente marcha por la aparición de Santiago, lo cual generó un tembladeral político que repercutió en todas las líneas obligando al gobierno a conceder prebendas a punteros políticos de los piquetes que hoy se sentarán a la mesa con el gobierno, y a las gerencias sindicales que también fueron llamadas a negociar… Vieja estratagema para intentar frenar las luchas genuinas del pueblo.

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