Sobre la visita de Netanyahu a la Argentina

Se le atribuye a Franklin D. Roosevelt, presidente de Estados Unidos entre 1932 y 1944, la siguiente frase: “Tal vez Somoza sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, refiriéndose al dictador nicaragüense Anastasio “Tacho” Somoza.

Ese dicho de Roosevelt viene como anillo al dedo en referencia a la visita oficial del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a la Argentina, Colombia y México. Estos tres gobiernos, más la gran mayoría de los gobiernos imperialistas del planeta, son sordos, ciegos y mudos ante la ya inocultable política genocida del Estado de Israel en los territorios palestinos ocupados.

La hipocresía y el cinismo del gobierno argentino al recibir con honores a un presidente de un Estado que ocupa territorios, encarcela a niños, mata a civiles en incursiones militares sobre Gaza, somete a la población palestina a vivir sin energía eléctrica y sin agua durante gran parte del día, no permite la reconstrucción de infraestructura básica dañada por el ejército ocupante es la confirmación de que Estado, gobierno, prensa e instituciones asumen como propias políticas genocidas cuando se trata de regímenes afines a sus intereses.

Ningún charlatán de la política y el periodismo que en las últimas semanas reclamaban con histeria tomar partido contra el gobierno de Venezuela, dice hoy una palabra sobre la visita de un presidente que está al frente de una política genocida contra el pueblo palestino.

Los discursos de ocasión de ambos presidentes condenan al “terrorismo” mientras el gobierno de Macri hace malabares para salvar a la Gendarmería de la responsabilidad material de la desaparición de Santiago Maldonado; y mientras el régimen de Israel ha sido propulsor, promotor y ha financiado al ISIS.

Pero como siempre decimos, los gobiernos imperialistas van por su lado y los pueblos van por el suyo. Esta gira por América Latina se da en un contexto en el que las denuncias políticas contra el apartheid israelí en Palestina recorren el mundo. Al mismo tiempo, la iniciativa del movimiento denominado BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones) gana cada vez más adhesiones en el mundo, al punto que la propia prensa israelí no oculta la preocupación del régimen por los efectos de esta campaña mundial, al punto que el ministerio de asuntos estratégicos reconoció que “recopila información de ciudadanos israelíes que apoyan el movimiento”. Esto es un claro reconocimiento que parte de la población de Israel está en contra de la política de su gobierno.

El silencio y la complicidad de todo el arco político y mediático de la burguesía respecto del presidente de Israel y la política genocida de su gobierno contra el pueblo palestino nos ratifica una vez más, por si hiciera falta, que la falsa moral burguesa es capaz de barrer bajo la alfombra toda la basura que sea necesaria cuando de lo que se trata es de la preservación de sus negocios e intereses estratégicos.

De allí que existen hijos de puta “buenos” e hijos de puta “malos”, tanto en el plano mundial como en el doméstico. Cada facción burguesa defiende o defenestra de acuerdo a su mezquino interés de clase; nunca en función de intereses más elevados que no sean los de la ganancia y la rapiña. Aun cuando en ello esté involucrado el genocidio contra todo un pueblo.

Nunca olvidarse que a ese enemigo nos enfrentamos irreconciliablemente.

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