El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, dijo: «los funcionarios tienen derecho a tener su dinero depositado» afuera de la Argentina”. Este “buen señor” siguió justificándose: «Pienso que un funcionario tiene todo el derecho del mundo a tener su dinero en el exterior. En mi caso, estando en el exterior, está en un 90% invertido en activos argentinos».
Cuando la “inversión directa” no llega al país hay que escuchar estas declaraciones para comenzar a entender la mirada de la oligarquía financiera hacia nuestro país. Este ministro no tiene escrúpulos pero es la verdadera conducta política expuesta en su máxima expresión.
Aquí está una de las claves para seguir sosteniendo que la clase dominante atraviesa una crisis política estructural. Ni su propio ministro de Hacienda “arriesga” sus capitales.
Esa sostenida crisis política repercute directamente en lo económico.
Un país en donde ayer martes, el Banco Central llevó adelante la licitación mensual de Lebac, en donde renovó $484.000 millones, lo que significa aproximadamente 28.470 millones de dólares a una tasa a plazos cortos del 26.5%, hablando del mercado minorista.
A modo de ejemplo: un pequeño ahorrista que destina $100.000 (u$a 5.869) al cabo de 273 días recibe $120.687, y si todo va bien en esa especulación, con el dólar va a recomprar esa divisa y ahora va a tener u$a 6.061 aproximadamente.
Pero cuando hablamos que la “ruleta” se hace sobre la base de $484.000 millones la cosa cambia, ningún país puede sostener ese tipo de tasas, el pago de esos intereses fenomenales sale de algún lado y los argentinos sabemos mucho de todo esto.
La deuda crece 40 mil millones de dólares por año.
El sistema de subsidios está muy trillado políticamente, en todo caso es ver cómo el Estado de los monopolios usa los recursos generados con el trabajo de nuestra clase y del pueblo para sostener a los dueños del poder. Promover estos Lebac, este “subsidio” eminentemente especulativo, provoca un desangre de grandes proporciones a la población. El gobierno no lo considera parte del gasto público, es así como en ese ítem el “ajuste” no existe.
Si nuestro ministro no trae los capitales, ¿por qué otros capitales vienen – se van – vuelven a venir permanentemente?
Estas fabulosas cifras son ganancias rápidas. Si un monopolio como Telecom, a modo de otro ejemplo, compra Lebac, lo hace en el terreno mayorista. Las boletas que llegan a nuestras casas las cobra en pesos, con ellos compra Lebac a 35 días a una tasa anual de 26.5% como pocas en el mundo, las realiza legalmente comprando dólares subsidiados, y saca esos capitales para aplicarlos a otros negocios. Entre esos otros negocios es volver a traer una parte de ellos, cambiarlo a pesos, comprar más Lebac y así sucesivamente.
¿De qué inversiones directas estamos hablando, señor ministro?
Usted es funcionario y no tiene espalda ancha para hacer ese formidable jueguito, usted en lo personal busca especulación “en serio” poco y nada de riesgo y a la vez, una jugosa entradita mensual sin trabajar como buen parásito de la sociedad que es. Pero la voracidad del capital financiero, al cual las políticas de su gobierno le abren la puerta de par en par, no tiene límites y usted sabe que existe un momento en donde “alguien” comienza a hacerse de sus “ahorros” y se sale de la bicicleta.
Una vez más, las luces de colores se transforman en negros nubarrones para los trabajadores. Nuestro pueblo, de una u otra manera, convive con la crisis económica desde hace décadas. Pero ahora estamos planteando que la crisis económica que se está preparando con un conjunto de medidas, abundará en una mayor crisis política de la clase dominante.
La vida cotidiana está plagada de injusticias. Cuando llegan las boletas, cuando hay despido de un ser querido, cuando aumentan las cosas, cuando aparece la inseguridad, etc., es cuando aparecen los debates verdaderos.
En el trabajo, en la familia, agobian los problemas, se van recaletando las broncas, eso es lucha de clases, eso provoca crisis política a la clase dominante. Usted, señor ministro, lo sabe y pone a resguardo sus ahorros y sus miserias.