En estos días y previo a las elecciones generales, la crisis de representatividad es alarmante para la burguesía, pero no solamente en lo electoral, también lo es en “la primera línea de defensa” que tienen entre ellos y los trabajadores que es el sindicalismo decadente.
Hace muchos años que las burocracias vienen cuestionadas y en retroceso. Las imágenes de marzo, donde fueron corridos de “su acto” por las bases, todavía están frescas en nuestra memoria. Pero no solamente allí son corridos, cada vez son más los burócratas que están cediendo sus lugares a conducciones jóvenes, fruto de las luchas, el hastío y la repugnancia que producen estas viejas conducciones, dando paso a nuevas camadas con ansias de cambio y de mejoras para la clase obrera.
Estos cambios son fruto de la lucha que se viene dando bien abajo, en la base del proletariado, donde la metodología asamblearia, autoconvocada por fábrica, taller, escuela u hospital, van avanzando a pasos agigantados y van pariendo delegados, comisiones internas de nuevo tipo, independientes, verdaderamente representativas de los trabajadores, que van rompiendo una a una con los transeros y traidores.
Claro que no todo es “color de rosa” y la burguesía no se queda de brazos cruzados observando cómo van cayendo sus soldados. Rápidamente sale a jugar, a confundir, tirando “opciones” que no salgan de su marco burgués, que conducen a un callejón sin salida, o mejor dicho, con la salida hacia más propuestas electoralistas, de “izquierda o populares”… Más de lo mismo en este circo burgués.
Con este marco y al calor de las elecciones de octubre, es que desde varios sectores están llamando a “la unidad de los trabajadores”, a actos, charlas, plenarios de “los que luchan”, con el solo objetivo de llevar agua o votos para su molino. Propuestas que intentan confundir a una clase que ya les sacó la ficha y va buscando su propio camino.
Pero llegan tarde porque los trabajadores sabemos que esas propuestas no tienen futuro, porque por más que se vistan de colores diferentes, tienen un único fin: Votame que desde el Congreso vamos a cambiar esto”.
Llegan tarde porque los trabajadores ya empezamos a caminar nuestra propia alternativa, bien de abajo, fruto del descreimiento que tienen de este sistema que no les da ninguna respuesta a sus necesidades.
Llegan tarde porque una Política Sindical Revolucionaria ya está caminando libremente por nuestro pueblo, entre nuestros trabajadores, echando raíces en lo más profundo de nuestro proletariado, allí donde se empiezan a tejer la unidad más allá del color de nuestra camisa o de nuestro uniforme, más allá de nuestro sector o del monopolio que hoy nos esté explotando, más allá de la rama, sector productivo, de servicios o estatal en el que nos movamos.
La unidad de la clase obrera está caminando y no hay engaños ni espejismos que puedan frenarlo.