En Zárate, Provincia de Buenos Aires, se ubica la planta industrial de Toyota, en donde se producen todos los modelos de la camioneta Hilux. Haciendo hoy 550 unidades por día, lleva 11 años consecutivos siendo la empresa número uno en ventas; así como también años de ampliación tras ampliación de la producción.
Esta «bonanza» que vive esta automotriz tiene base en la explotación que sufren sus trabajadores: sus líneas tienen «récord» de lesiones como tendinitis, hernias de disco, protusiones y otros tipos de patologías y enfermedades laborales.
Desde 2013, esta multinacional lleva adelante en su planta un régimen de pasantías con escuelas de Zárate, donde jóvenes estudiantes de 17 y 18 años trabajan en las diferentes líneas de producción: ensamble, soldadura y pintura, entre otras.
Los estudiantes que realizan las tareas en la línea sólo aprenden una secuencia repetitiva de 1 minuto 50 segundos, secuencias que realiza cualquier operario bajo Convenio. El estudiante realiza la tarea por 4 horas y a cambio recibe un pebete de jamón y queso con una lata de Coca Cola. Sí, estimado lector, textualmente como leyó: la empresa no les abona ni un centavo por la tarea que realizan y ellos son parte directa en la producción de un vehículo que hoy llega a costar 900.000 pesos
Un gobierno de dulces slogans. Los trabajadores ya conocemos la tan mentada “secundaria del futuro” que promueve el Gobierno: mano de obra gratis para las empresas multinacionales. En esencia, es seguir bajando conocimiento, para seguir generando aplicadores (operadores) y no sujetos creadores, consientes y con conocimiento y manejo de la técnica.
Las multinacionales buscan personal a medida y en su medida (cantidad), y desde el Estado a su servicio, se instrumentan las políticas para eso.
Por más nuevas y bonitas frases que utilicen, el plan estratégico de las multinacionales es acondicionar el sistema educativo a sus planes productivos, limitando el conocimiento y generando dependencia de ellas mismas, para desarrollar distintas ramas de la industria y la ciencia.
Discutir el proyecto educativo es discutir el proyecto de país que queremos.
La educación y el conocimiento no se debe subordinar al interés de las empresas multinacionales que provocan explotación y miseria, a la vez que destruyen al ser humano y al planeta.
Desde la lucha, desde las escuelas, desde la movilización en la calle, trabajadores y estudiantes debatimos y construimos un proyecto político que ponga al ser humano ya la naturaleza como centro neurálgico, que profundice y construya contenidos. Son los cimientos para una sociedad con condiciones de vida dignas.