La profunda crisis que atraviesa el planeta es una realidad que no se puede tapar. Ni la desinformación, ni las maniobras distractivas, ni las guerras, ni las promesas de desarrollo, ni la ilusión de que el sistema capitalista es el único posible, tuercen el desarrollo de la lucha de clases.
Día tras día, millones de seres humanos vemos que en cada uno de nuestros países, más o menos “desarrollados”, “subdesarrollados”, “pobres” o como quieran calificarlos, las instituciones se caen a pedazos y ninguno de los problemas acuciantes de los pueblos del mundo se resuelve. Las condiciones de vida de los trabajadores empeoran por la voracidad de los monopolios, que sólo profundizan la explotación del hombre por el hombre y el saqueo de los recursos naturales.
Esa crisis política está anclada en la movilización y la confrontación de los pueblos a las políticas de los de arriba. Es una verdadera grieta abierta en todos estos años de lucha que se profundiza cuando comienzan a aparecer las fuerzas revolucionarias, con las ideas revolucionarias y la acción directa, la organización genuina y colectiva de las masas y su estado deliberativo; porque comienza a ponerse en el centro del debate político la lucha por el poder, la destrucción del Estado Burgués para la construcción de una sociedad más justa. Aunque incipiente aún y con la necesidad de fortalecer y desarrollar el proceso abierto, esto existe en nuestro país; lo que contrasta con el nuevo circo electoral en ciernes, que tiene a todo el arco político de la burguesía preocupado por mostrar sus candidatos como el menos peor, el menos manchado, el menos corrupto… justamente, porque el pueblo los detesta a todos, se disfracen de lo que se disfracen.
El movimiento de masas, los sectores populares, no les creemos a ninguno y se confirma en esta elección un vacío de contenido y de propuestas políticas. Ninguno de los candidatos seduce en lo más mínimo al pueblo, y en muchos casos, la burguesía optó por no intensificar la campaña para no empeorar la imagen de los mismos.
Mientras tanto, el gobierno de los monopolios -encabezado en esta etapa por Macri- continúa beneficiando con sus políticas a lo más concentrado de la oligarquía financiera, porque el Estado es de y está al servicio de las trasnacionales.
Nosotros tenemos que hacer lo que tenemos que hacer. Como lo venimos sosteniendo, la pata fundamental para que su crisis política se profundice es la movilización de la clase obrera y el pueblo, y la construcción de nuestras organizaciones políticas, independientes a cualquier tutela burguesa, para sofocar cada día más al poder de los monopolios y fortalecer al conjunto de las fuerzas populares en un enfrentamiento que se agudizará cada vez más.
Desde el conflicto de los trabajadores azucareros en Ledesma, Jujuy, pasando por las masivas movilizaciones por la desaparición de Santiago Maldonado en diversas ciudades del país, hasta las luchas en contra de la Reforma Educativa en las escuelas secundarias, como cientos de conflictos que se ocultan deliberadamente para que no salgan a la luz, expresan un verdadero torrente de fuerzas que están diciendo que así no podemos seguir.
Debemos continuar golpeando al mismo enemigo y a tejer efectivamente una unidad política en lo local, empujando hacía una salida política revolucionaria de alcance nacional.