Mienten cuando nos piden el voto “para frenar el ajuste”

Al grito de “las calles siempre serán nuestras”, las manifestaciones en Cataluña por la independencia de esa región y contra la represión de las fuerzas del Estado español, traen a colación que las grandes transformaciones y cambios políticos siempre, pero siempre a través de la historia, han sido posibles por la fuerza de la lucha del pueblo movilizado.

No es que en la historia de la lucha de clases en nuestro país falten ejemplos de lo que decimos. Traemos a colación esta experiencia que se está desarrollando en este momento histórico dado que desenmascara, una vez más, las posiciones políticas populistas y reformistas que por estos días piden el voto “para frenar el ajuste”.

Hay que decirlo con todas las letras: LE ESTAN MINTIENDO AL PUEBLO. Ninguna fuerza política, por más legisladores que sumen al parlamento burgués podrá frenar nada, podrá cambiar política gubernamental alguna, sentados en una banca. Los mismos que piden el voto saben muy bien que esto es así. Sin embargo, sin ningún empacho ni vergüenza, hacen lo imposible por desviar el camino de la lucha y la movilización hacia el parlamentarismo burgués más recalcitrante. Nos dicen que frenaremos lo que se viene votándolos mientras (como ya hemos planteado en diversas notas) el gobierno macrista ya ha decidido que la reforma laboral, que viene por los derechos y conquistas que aun tenemos los trabajadores, no pasará por el parlamento. Tampoco les compete a los “representantes del pueblo” decidir si aumentan o no las tarifas, por ejemplo. O si el gobierno seguirá endeudando al país para seguir hipotecando nuestro futuro y llevarnos a nuevos descalabros.

En la Argentina el Parlamento, como todas las demás instituciones burguesas, está en descomposición desde hace años. Recordemos: en este Parlamento se votó la privatización de empresas estatales con diputados truchos; se voto una flexibilización laboral con coimas, la llamada “Ley Banelco”, y no sólo nadie fue preso sino que la ley nunca fue cuestionada.

Como decíamos más arriba sobran los ejemplos en la historia política de nuestro país de cómo la movilización popular parió cambios profundos en el proceso de la lucha de clases. Podríamos nombrar el 17 de octubre de 1945, día que el pueblo trabajador salió a las calles para exigir la liberación de Perón y dio nacimiento a uno de los movimientos políticos de masas más trascendentes del país; o el 29 de mayo de 1969 cuando la clase obrera y el pueblo cordobés, luego de masivas movilizaciones que se sucedieron en todo el territorio, protagonizaron el Cordobazo y decretaron la defunción de la dictadura de Onganía que venía a quedarse por 20 años.

Vale recordar experiencias más recientes. En 1999 asume el gobierno de De la Rua, después de 10 años de menemismo y de políticas que dejaron al país con una desocupación de casi el 30% y en bancarrota. A pesar de sus promesas de cambio, el nuevo gobierno siguió con la misma política económica del anterior; incluso, llegó a nombrar como ministro de economía a Domingo Cavallo que había sido el arquitecto del plan de Menem y de sus resultados. La caída de Cavallo y de De la Rua fue la caída de las políticas antinacionales y antipopulares de aquella década y sólo fue posible con el pueblo movilizado en las calles a lo largo y ancho de Argentina, a pesar que en octubre de ese año se había votado y casi el 43% del padrón votó en blanco, no votó o impugnó el voto. La alianza gobernante perdió casi 6 millones de votos entre 1999 y 2001. Pero lo que decidió su suerte fue que las masas salieron a la calle, enfrentando a la represión y ofrendando la sangre de compatriotas.

Por eso volvemos a repetir: MIENTEN CUANDO NOS PIDEN EL VOTO PARA FRENAR EL AJUSTE.

El camino del pueblo trabajador y oprimido es el de la movilización y organización independiente de la tutela de cualquier partido burgués o pequeño burgués que proponen el mismo perro pero con distinto collar. Y ese camino sólo será fructífero yendo por fuera de los senderos de la burguesía y sus instituciones.

La movilización y la calle son nuestro terreno y a él debemos aferrarnos, desde lo más pequeño a lo más grande, para construir una alternativa política verdadera al régimen burgués en todas sus variantes y colores.

Sus instituciones no nos sirven. Lejos de cambiarlas, hay que luchar para derribarlas. 

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