El gobierno nacional proyecta un blanqueo laboral para empresas que tengan trabajadores en negro.
Para incentivar entrar en el blanqueo se le garantiza a los empresarios la eximición de multas e indemnizaciones a favor del trabajador, tal cual lo estipulan las leyes en vigencia.
Otros beneficios son: las empresas pagarán las contribuciones a la Seguridad Social por los salarios blanqueados cuando éstos superen el salario mínimo, vital y móvil; hasta ese monto (que hoy es de $ 8.860), el Estado se hará cargo de tales contribuciones. Las empresas recibirán un bono mensual que equivale a la suma de lo que depositen por los aportes personales de los trabajadores a la Seguridad Social, por sus pagos a la ART y la parte patronal a las obras sociales; con ese bono podrán cancelar el 100% de sus obligaciones con el IVA y Ganancias.
La única obligación que se les exige a las empresas es que mantengan la totalidad de la nómina, mientras esté vigente el beneficio
Consecuencia directa de esta medida será que los empresarios que entren al blanqueo utilizarán el tope del salario mínimo para que el Estado se haga cargo de las contribuciones, lo que significa que decenas de miles de trabajadores entrarán al mercado formal de trabajo cobrando el mínimo que fija la ley; en los hechos, se legaliza una rebaja salarial que actuará como referencia para “tirar” para abajo al resto. El bono que entregará el Estado a las empresas por el equivalente a los aportes patronales, es uno más de los subsidios que el pueblo trabajador costea en beneficio de los capitalistas.
El proyecto incluye “controlar” la conflictividad laboral y garantizar productividad.
Mientras a los empresarios que “negrearon” años y años no sólo se les cobra una mínima multa sino que se les brinda mano de obra barata, se le “ofrece” al trabajador más explotación. Eso sí, en blanco y en regla.
El ataque a las conquistas y derechos laborales se da en todas las líneas. Se debe realizar una amplia difusión y campaña de esclarecimiento en cada centro de trabajo acerca de los planes de la burguesía monopolista, para de esa manera debatir y decidir con la más amplia masa de trabajadores posible los caminos a recorrer para organizar las fuerzas que enfrenten los embates de la clase dominante. Ese enfrentamiento debe darse, simultáneo a la defensa de nuestros derechos y al logro de nuevas conquistas, en el terreno eminentemente político.
Con esto queremos decir que ningún sector pos sí solo podrá enfrentar los planes de los monopolios. Se debe tejer la unidad por abajo de los centros de trabajo para organizar una lucha que debe exceder los marcos de tal o cual rama productiva para presentar una contienda como clase.
Ellos se unen para atacarnos. Nosotros debemos unirnos para defendernos y preparar nuestros ataques contra una clase que sólo busca sostener sus ganancias a costa del nivel de vida de la masa explotada y oprimida.