Cada aparición pública del presidente Mauricio Macri es una interminable sucesión de frases hechas en las que apunta a conceptos como el esfuerzo, la dedicación, el mérito, el sacrificio. Cuestiones de las que poco sabe y experimentó el presidente; sabido es que tuvo la fortuna de nacer en el seno de una familia multimillonaria que amasó su riqueza con el esfuerzo ajeno y con incontables prebendas y beneficios logrados con gobiernos de todos los colores.
Macri y su familia son parte de la burguesía monopolista argentina. Una clase parasitaria, reaccionaria, que siempre ha repetido la fórmula de decir a los demás lo que es correcto mientras que ellos urden las mil y una maniobras para hacer crecer sus fortunas a costa de apropiarse de lo que otros producen. Una burguesía que se benefició con la estatización de la deuda privada llevada a cabo por la dictadura militar en 1982. Las empresas del grupo Macri estatizaron en esa oportunidad más de 170 millones de dólares.
El carácter de clase parasitario de la burguesía no desaparece. Al contrario, se incrementa. Mucho más cuando un exponente de esa burguesía llega al gobierno. Hace pocas semanas se dio a conocer que el hermano del presidente, Gianfranco, amparado en la ley de blanqueo de activos, blanqueó 35 millones de dólares. Dicha ley había sido votada con la prohibición de acogerse a la misma para funcionarios y familiares. Por decreto presidencial, esa parte de la norma fue derogada por un decreto presidencial, lo que permitió que el integrante de la familia Macri entrara en el blanqueo.
Esto, que en otras circunstancias hubiera resultado en un escándalo político mayúsculo, hoy ha pasado casi desapercibido gracias a la complicidad de los grandes medios burgueses que protagonizan un bochornoso ocultamiento y tergiversación de cualquier noticia que pueda afectar al gobierno y sus funcionarios.
Conceptualmente, el dinero en negro es dinero que no se declara porque o no se puede justificar su origen, o porque es dinero que evadió impuestos, o porque directamente se lo tiene para utilizarlo en coimas a funcionarios para la obtención de negocios. No hay muchas más vueltas. No resulta inverosímil -entonces- que si el hermano del presidente blanqueó 35 millones de dólares, es porque la familia cuenta con muchísimos más millones que seguramente duermen tranquilos en algún paraíso fiscal bajo la cobertura de alguna empresa “off shore”, tan en boga en los últimos tiempos.
Como dice el presidente, las mafias existen. Sólo que la lucha que él pregona no incluye a las mafias empresarias, a la burguesía trasnacionalizada de la que forma parte, la que se dedica, como una parte más del negocio capitalista, a evadir impuestos, coimear gobiernos, lavar dineros provenientes de actividades “non sanctas”. Esas mafias son parte estructural del poder monopolista.
Los discursos presidenciales y sus llamados a la transparencia y el esfuerzo común no sólo son mentirosos. No cuentan con ninguna legitimidad, por más votos que haya obtenido. La moral en la que se embandera Macri no tiene sustento alguno. Su moral está cubierta de la hipocresía propia de su clase.
El verdadero esfuerzo lo lleva adelante todos los días el pueblo trabajador; millones que producimos las riquezas y todas las medidas que se han anunciado son parte de la política de la burguesía monopolista por aceitar los mecanismos de apropiación de dichas riquezas, envueltas en un manto de cambio y transformación que solamente apunta a profundizar la explotación y el sometimiento de millones en beneficio un puñado de burgueses, entre los que se cuenta Macri y su familia.